Lo mejor ya ha terminado para una recuperación económica mundial que comenzó con energía y ahora se está convirtiendo en un gran esfuerzo.
Esa es la advertencia de los economistas de Wall Street ante los últimos meses de un año traumático. Cerca de US$20 billones de estímulo de Gobiernos y bancos centrales ha llevado a las economías del mundo de regreso a niveles prepandémicos. Pero por múltiples razones, el último tramo será el más difícil.
Formuladores de políticas podrían reducir el apoyo fiscal que ha sido clave para la recuperación, como ya lo han hecho en Estados Unidos. Los recortes temporales de empleos podrían volverse permanentes, una preocupación agravada esta semana cuando los gigantes corporativos Walt Disney Co. y Royal Dutch Shell Plc despidieron a decenas de miles de trabajadores. Además, el virus en sí se está propagando más rápido y obliga a Gobiernos a volver a imponer bloqueos a medida que llega el clima frío.
“Estamos superando la fase en la que nos recuperamos del cierre”, dijo Ethan Harris, director de investigación económica global de Bank of America Corp., en Bloomberg Television.
Todos estos riesgos han hecho que los inversionistas sean menos optimistas de lo que han sido desde las primeras semanas de la crisis del coronavirus. El índice S&P 500 bajó en septiembre después de cinco avances mensuales consecutivos, y el Stoxx 600 de Europa también redujo las ganancias.
La buena noticia es que la economía mundial demostró ser más resistente en una crisis de salud global de lo que muchos temían, gracias a una rápida respuesta política. Gobiernos subvencionaron los ingresos y ayudaron a las empresas a mantenerse a flote, mientras que los bancos centrales recortaron las tasas de interés y garantizaron que los mercados financieros en estrés siguieran siendo líquidos.
Deutsche Bank AG, que en mayo advirtió sobre una caída de 5,9% en el PIB mundial este año, ahora calcula que la contracción se limitará a 3,9%.
¿Otra vez austeridad?
Pero eso igual equivaldría a la depresión más profunda en generaciones. Y no queda claro cuánto más los Gobiernos están dispuestos a pedir créditos y gastar para completar la recuperación.
El estímulo fiscal agregó 3,7 puntos porcentuales de crecimiento al PIB mundial este año, según JPMorgan Chase & Co. Pero los economistas del banco esperan que los formuladores de política repitan los errores que cometieron después de la crisis financiera de 2008 y pivoten prematuramente hacia la austeridad, lo que convertiría el impulso de este año en un lastre fiscal de 2,4 puntos el próximo año.
En EE.UU., economistas han estado recortando las previsiones de crecimiento del cuarto trimestre porque temen que los esfuerzos para aprobar otro proyecto de ley de gastos por coronavirus se han estancado en el Congreso, aunque llegar a un acuerdo sigue siendo posible antes de las elecciones presidenciales de noviembre.
En Europa, donde el virus impulsó a los líderes a superar profundos desacuerdos sobre la puesta en común de sus recursos presupuestarios, ahora se enfrentan a posibles retrasos en un histórico fondo de recuperación de 1,8 billones de euros (US$2,1 billones), que se considera crucial para países en dificultades como Italia y España.
Otro factor que frena las esperanzas de una recuperación en forma de V es la propagación acelerada del virus y la ausencia de una vacuna. Los Gobiernos se muestran reacios a volver al bloqueo total, conscientes de la devastación que podría causar en las empresas. Pero muchas partes de Europa, incluido el Reino Unido, han vuelto a imponer algunas restricciones.
Con sus ingresos reducidos, las empresas podrían tener problemas para pagar sus deudas, lo que provocaría más quiebras y haría que los prestamistas se mostraran más reacios a otorgar créditos incluso a empresas viables. Cuanto más tiempo existan los regímenes de distanciamiento social, más probable es que las empresas decidan que la caída en la demanda de sus bienes o servicios es un fenómeno permanente, no temporal, y reduzcan por ende su fuerza laboral.
Eso ya está sucediendo en varias industrias. En días recientes, Disney anunció planes de despido de 28.000 trabajadores y Shell dijo que podría recortar hasta 9.000 empleos. Continental AG, de Alemania, aprobó un plan de reestructuración que eliminará o desplazará 30.000 puestos de trabajo en todo el mundo.
A medida que algunas pérdidas de empleos por la pandemia se vuelven permanentes, la recuperación de los mercados laborales se está desacelerando. En EE.UU., las solicitudes de beneficios por desempleo siguen siendo elevadas, en aproximadamente cuatro veces los niveles del año pasado, y un informe clave del viernes probablemente mostrará que el crecimiento de nóminas disminuyó en septiembre.
Algunos países al menos están viendo datos alentadores sobre el virus, especialmente China, donde la enfermedad se propagó por primera vez. La segunda economía más grande del mundo ha logrado controlar la pandemia y avanzar en el camino de la recuperación en comparación con la mayoría de sus pares, incluso si varios indicadores sugieren que está empezando a estabilizarse.
Pero existen otros riesgos además de la pandémica economía mundial. La confianza empresarial depende de los caprichos geopolíticos, a medida que EE.UU. se prepara para sus elecciones y las tensiones comerciales con China siguen en fuego lento. Las negociaciones comerciales del Reino Unido con la Unión Europea están cambiando, y un brexit duro sigue siendo un riesgo.