Cuando se está en una pelea crítica hay usar todas las armas a disposición. Y así, una vez más, es hora de que Estados Unidos utilice su gran arsenal democrático. Así como los fabricantes de automóviles de Detroit se convirtieron en fabricantes de aviones, tanques y armas durante la Segunda Guerra Mundial, las compañías industriales de hoy deben readaptar sus fábricas para obtener las herramientas necesarias para luchar contra el enemigo actual: el coronavirus.
Los países de todo el mundo cerraron sus fronteras durante el fin de semana y relegaron a los ciudadanos a los confines de sus hogares en un esfuerzo por frenar la propagación del mortal virus antes de que sature los sistemas de salud del mundo occidental. El presidente del Hospital General de Massachusetts solicitó el domingo al gobierno federal que adopte una "postura de guerra" y lance un "Proyecto Manhattan" para acelerar la producción de equipo de protección. La administración Trump no ha anunciado ningún plan de este tipo, pero las empresas industriales de Estados Unidos deberían atender la llamada de todos modos. Porque en lo que respecta a guerras, este es un país que lamentablemente no está preparado.
Estados Unidos tiene menos de 170.000 respiradores artificiales disponibles para la atención de pacientes, incluido el número estimado en las reservas nacionales, según un informe del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud de la Escuela Bloomberg de Salud Pública el mes pasado. (La escuela cuenta con el apoyo de Michael Bloomberg, fundador y propietario mayoritario de Bloomberg LP, la compañía matriz de Bloomberg News.) La cantidad de tapabocas en esa reserva estratégica se agotó en el brote de gripe porcina de 2009 y a principios de marzo solo tenía unos 12 millones de mascarillas N95 y 30 millones de máscaras quirúrgicas, significativamente menos de los 3.500 millones de tapabocas que los expertos estiman que necesitaría Estados Unidos en una pandemia grave, según el Washington Post. Es responsabilidad de los fabricantes privados intervenir y cubrir el déficit.
Con los aviones de los operadores aéreos en tierra, los consumidores encerrados en sus hogares y las compañías enfocadas en gestionar la interrupción, la demanda de motores a reacción, los sistemas de climatización y los equipos de fábrica se reducirán en un futuro próximo. En lugar de permanecer inactivas, las fábricas estadounidenses deberían reorganizarse para elaborar los productos necesarios para combatir el coronavirus, ya sean mascarillas faciales, respiradores mecánicos, otros equipos de atención médica o incluso papel higiénico. La administración Trump ya se ha apoyado en gran medida en compañías como Laboratory Corp. of America Holdings, Roche Holding AG y Walmart Inc. para mejorar la disponibilidad y el acceso a las pruebas. Sin embargo, la Dra. Deborah Birx, coordinadora de respuesta al virus de la Casa Blanca, advirtió el domingo que habrá un aumento en los casos a medida que más personas tengan acceso a las pruebas. Ahí es cuando comenzará el verdadero trabajo para los hospitales de la nación. A todas las empresas de EE.UU. les interesa asegurarse estar lo más preparadas posible y que los fabricantes tengan un papel clave que desempeñar. Empresas como 3M Co. y Honeywell International Inc. ya fabrican mascarillas y equipos de protección personal, pero necesitarán ayuda para satisfacer la gran demanda.
Después de que China declaró una "guerra popular" contra el brote en ese país, compañías como el fabricante de automóviles eléctricos BYD Co., la refinería de petróleo Sinopec y el ensamblador de iPhone Foxconn comenzaron a fabricar mascarillas. El fabricante francés de artículos de lujo LVMH anunció el domingo que transformará las fábricas de perfumes y cosméticos para elaborar desinfectante de manos, que entregará de forma gratuita a las autoridades locales y al sistema hospitalario. En el Reino Unido, el primer ministro Boris Johnson solicita a fabricantes como Dyson, Unipart Group, Honda y Ford que ayuden ante la escasez de respiradores médicos de ese país, según el Financial Times. Las empresas estadounidenses deben seguir este ejemplo. Además de las implicaciones morales y patrióticas, esto le da un buen sentido comercial a las compañías. Cuanto más rápido responda el mundo a esta crisis de salud, más rápido podrá recuperarse.