Justo cuando la Reserva Federal acelera el ritmo de los aumentos de las tasas, los estrategas cuantitativos de Wall Street le están diciendo a los clientes que vendan acciones de Estados Unidos e inviertan en los mercados emergentes.
Los banqueros centrales de EE.UU. confían cada vez más en su visión de la economía. De los 16 miembros con derecho a voto de la Fed, 12 son partidarios de un último incremento de tasas este año, lo que dejaría el total del 2018 en cuatro. Eso se compara con ocho votos en junio. La política ya no es "acomodaticia", según la última declaración.
Entonces, dado el “taper tantrum” de 2013 y la crisis asiática de 1997, es un poco sorprendente que Wall Street ahora se esté volviendo alcista sobre los mercados emergentes.
La clave son las valoraciones. De acuerdo con HOLT, de Credit Suisse –marco contable que filtra más de 20.000 empresas en 65 países–, la prima de los mercados desarrollados sobre sus contrapartes emergentes se encuentra en un máximo histórico. Este año, el índice S&P 500 ha seguido su carrera alcista récord, superando al índice de referencia MSCI Emerging Markets por casi 18 puntos de porcentuales.
A muchos en Wall Street les preocupa que el mercado estadounidense sea demasiado caro. Desde 1981, la relación precio/ganancias cíclicamente ajustada (CAPE, por sus siglas en inglés) del S&P 500 ha sido mayor solo una vez, como escribió mi colega Nir Kaissar, y eso ocurrió en el punto álgido de la burbuja puntocom. Dejando de lado las valoraciones, muchos –incluido este columnista– no creen que EE.UU. pueda permanecer inmune a las consecuencias de una guerra comercial global mientras que el resto del mundo sufre. Más temprano que tarde, los compradores estadounidenses sentirán los efectos: casi una cuarta parte de los US$200.000 millones en productos chinos sujetos a mayores aranceles son bienes de consumo.
Más allá de la perspectiva inmediata, incluso los miembros de la junta de la Fed están divididos sobre cómo se verá la economía en 2020: de los votantes, nueve prevén al menos un aumento de tasas ese año; tres estiman que el banco central tendrá que volver a flexibilizar ese año.
Entonces, si cree que el desacoplamiento de EE.UU. y los mercados emergentes no pueden durar, "el momento de la rotación puede ser ahora", dijeron estrategas cuantitativos de JPMorgan en una nota reciente. Los mercados de valores tienden a anticipar el desempeño económico entre seis y 12 meses. Solo a través del enlace de negociación con la bolsa de Hong Kong los inversionistas globales ya han comprado un neto de US$29.000 millones en acciones chinas este año. Las acciones A de la nación están en sus niveles más baratos desde 2014. Como he señalado, las acciones de los mercados emergentes no pueden subir a menos que las monedas de sus naciones se estabilicen primero. En Asia emergente, al menos, los adultos parecen estar a cargo. Indonesia, afectada por un creciente déficit de cuenta corriente, y Filipinas, asediada por la inflación, han aumentado las tasas de interés en 1,5 puntos porcentuales este año, y los últimos incrementos se anunciaron el jueves.
China, mientras tanto, con una ponderación del 30 por ciento en el índice MSCI Emerging Markets, no está siguiendo ciegamente los pasos de la Fed. Su banco central dejó la puerta abierta a la flexibilización monetaria para impulsar la economía ante el efecto de las sanciones comerciales.
Incluso se podría decir que un mini “taper tantrum” ya sucedió. Los fondos de cobertura han estado liquidando de forma sostenida los futuros del MSCI Emerging Markets este año, revirtiendo todas las compras que hicieron desde mediados de 2016.
Hay dos formas en que estos mercados pueden volver a la misma órbita: ya sea a través de un alza de mercados emergentes o una corrección estadounidense. De cualquier manera, los mercados emergentes parecen ser el lugar más seguro para estar. Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.