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Los Oscar de 'Parásitos' dicen mucho de Corea del Sur: N. Smith

El domingo por la noche, hubo un gran regocijo cuando la película surcoreana "Parásitos" recibió el Premio de la Academia a la mejor película junto con varios otros premios. Este no solo fue el primer galardón de este tipo para una película en un idioma distinto del inglés, sino que para muchos representó un logro largamente buscado para la cultura popular coreana.

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El domingo por la noche, hubo un gran regocijo cuando la película surcoreana "Parásitos" recibió el Premio de la Academia a la mejor película junto con varios otros premios. Este no solo fue el primer galardón de este tipo para una película en un idioma distinto del inglés, sino que para muchos representó un logro largamente buscado para la cultura popular coreana.

No es la primera victoria de este tipo. En la última década, la popularidad mundial de la música y los programas de televisión coreanos se ha disparado. La banda coreana BTS es la primera desde los Beatles en lanzar tres álbumes que llegaron al primer lugar de los Billboard en un solo año. Sus conciertos en Estados Unidos son muy populares, y sus admiradores trascienden tanto la región como el origen étnico. China también está loca por el K-pop, y los programas de drama coreanos, que ya son muy populares en todo el este de Asia, están incursionando en todo el mundo.

Pero la avalancha coreana no es solo una moda cultural global; es la piedra angular de una historia de crecimiento nacional extraordinaria y única.

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Muchos países que hoy son ricos e industrializados alguna vez fueron poseedores de imperios coloniales de los cuales extrajeron grandes cantidades de recursos naturales. Algunos otros son estados europeos, como Suiza, que evitaron ser colonizados. Pero Corea nunca tuvo un imperio, y fue colonia japonesa entre 1910 y 1945. Poco después del término de ese período de subyugación, toda la península fue devastada por la Guerra de Corea. En 1960, el producto interno bruto per cápita de Corea del Sur era de aproximadamente US$1.000 en dólares de hoy, casi lo mismo que en Etiopía actualmente.

Al principio parecía que Corea del Norte eclipsaría a su vecino más capitalista del sur, pero este se recuperó más rápido después de la guerra, y en 1964, la economista Joan Robinson alababa lo que llamó el "milagro" de Corea del Norte. Pero cerca de la misma época, el destino de Corea del Sur dio un vuelco cuando el dictador militar Park Chung-hee tomó el poder en un golpe de estado en 1961.

Muchos dictadores saquean sus países para ellos mismos y sus cercanos. Pero Park era diferente. Aunque era políticamente represivo, enfocó sus esfuerzos en convertir a Corea del Sur en un país tecnológicamente avanzado y económicamente poderoso. Park estableció burocracias efectivas, como la Junta de Planificación Económica y el Ministerio de Comercio e Industria, para dirigir la economía del país.

A Park no le importaba si una política era capitalista o socialista mientras sirviera a sus objetivos de política industrial. Creyendo que una industria siderúrgica nacional era importante para el desarrollo, creó una empresa siderúrgica estatal llamada POSCO; nacionalizó los bancos; y aunque permitió que los conglomerados empresariales, llamados chaebol, crecieran grandes y poderosos, Park se encargó de recordar constantemente a los líderes empresariales que estaban subordinados al gobierno, exigiendo que los ejecutivos le rindieran cuenta personalmente e, incluso, enviando a algunos a la cárcel por corrupción.

Sobre todo, Park buscó aumentar las exportaciones. Las empresas que vendían bienes en el extranjero eran recompensadas con créditos baratos y varios subsidios. Como documentaron el autor Joe Studwell y otros, este enfoque en las exportaciones obligó a las empresas surcoreanas a salir del acogedor mercado interno y entrar al competitivo mercado global, donde debieron enfrentar a las principales potencias industriales, como Japón y EE.UU. Para ser competitivo en los mercados internacionales, las compañías coreanas debieron copiar tecnologías extranjeras, para lo que Park contrató a equipos de expertos e ingenieros retirados del extranjero.

La estrategia de Park no estuvo exenta de limitaciones y fracasos. La desaceleración del crecimiento y el gobierno represivo de Park provocaron descontento en la década de 1970, y Park fue asesinado en 1979. Pero el país resultó no ser tan dependiente de la visión de un hombre. El crecimiento avanzó y el país pasó a ser democrático en 1987 después de una ola de protestas. Diez años después, el Fondo Monetario Internacional comenzó a calificar a Corea del Sur como "nación avanzada".

Actualmente, Corea del Sur es indiscutiblemente una nación próspera. Además de su creciente influencia cultural, es tecnológicamente avanzado y cuenta (entre otras cosas) con la empresa de electrónica más exitosa del mundo y uno de los principales fabricantes de automóviles. Es muy probable que esa excelencia continúe, ya que Corea del Sur gasta una mayor parte de su producción económica en investigación que sus pares más avanzados.

Tres generaciones después de su descolonización, 67 años después de ser devastada por la guerra, este país pobre en recursos ahora tiene niveles de vida que casi compiten con los del Reino Unido, cuyo imperio una vez abarcó más de una cuarta parte del planeta.

Corea del Sur todavía tiene muchos desafíos: unas pocas grandes empresas dominan la economía y depende demasiado de China como mercado y como base de producción. Es muy frecuente que las mujeres sean excluidas del poder corporativo y político, su red de seguridad social debe fortalecerse y su población está envejeciendo rápidamente.

Sin embargo, el ascenso de Corea del Sur ha demostrado algo absolutamente sorprendente: que la mano muerta del colonialismo ya no necesita gobernar el destino de una nación moderna. Pasar de la pobreza a la riqueza no fue fácil; algunos de los países que esperan seguir los pasos de Corea del Sur, como Vietnam, Bangladesh y Etiopía, inevitablemente tropezarán en esa búsqueda. Pero Corea del Sur es una prueba del concepto: un éxito singular, que sirve como un faro de esperanza e ideas para las naciones de rápido crecimiento del mañana.

Y además ofrece películas y música entretenidas.