¡Cómo cambian las cosas en un año! A fines de 2017 los inversionistas estaban dispuestos a pagar casi el doble del valor subyacente para comprar una participación en el único fondo estadounidense de inversión en bitcoins. Ahora, la prima es casi inexistente a raíz de la caída cercana al 70 por ciento de la mayor criptomoneda.
La manía de inversionistas y especuladores no fue la única demanda que se enfrió. El financiamiento obtenido a partir de las denominadas ofertas iniciales de monedas también se ha reducido considerablemente desde mediados de año. Muchas de las startups que han logrado recaudar dinero de esta manera han sentido el golpe del colapso del mercado de activos digitales y debido a eso reducen personal y cierran operaciones.
La rentabilidad de las llamadas mineras, cuyos servidores son compatibles con las operaciones de red de bitcoin, también se desplomó. Muchas abandonaron el negocio por completo o desconectaron algunos de sus servidores. La cantidad de potencia informática que soporta la red de bitcoin se ha reducido como resultado, afectando su seguridad y capacidad.
El fin de todos estos problemas parece no estar a la vista. Hoy en día, pocos expertos tienen la audacia de decir cuándo se tocará fondo, al tiempo que continúa por debajo de los US$4.000, un nivel visto como cobertura de pérdidas por muchas mineras.
De hecho, cada vez es más difícil defender a bitcoin como alternativa definitiva de inversión, incluso después del aumento de 1.400 por ciento en 2017. La moneda virtual que se promocionaba como "oro digital" ha tenido un desempeño inferior al del metal no ferroso y la bolsa de valores de EE.UU. durante la agitación que ha experimentado el mercado este año.