La top model Kendall Jenner, hermanastra de Kim Kardashian, es famosa por promocionar el tono de lápiz labial Drop Dead Red, de Estée Lauder.
Atención, seguidores de Jenner: ese rouge contiene ingredientes que, según la aplicación de salud y belleza Think Dirty, podrían ser nocivos. Think Dirty escanea las etiquetas de los cosméticos y les pone nota; al lápiz labial le puso un 7, a tres puntos de la calificación más sucia en una escala del 1 al 10. El presunto culpable: el polietileno, un polímero usado en muchos cosméticos, que según Think Dirty podría provocarles alergias a algunas personas (Estée Lauder Cos Inc. dice que no se ha comprobado que el podría provocarles alergias a algunas personas polietileno sea alérgeno).
El labial podría provocarles alergias a algunas personas.
En los shoppings de todo el mundo, los compradores obsesionados por averiguar qué se están poniendo en el cuerpo escanean todo, desde lápices labiales hasta cremas para la piel. La canadiense Think Dirty, la estadounidense EWG Healthy Living y la francesa Yuka son tres de decenas de aplicaciones enfocadas en los ingredientes supuestamente inseguros que hay en los cosméticos. “No nos importa el aspecto ni el nombre de la marca”, dice Lily Tse, la fundadora de Think Dirty, con sede en Toronto. “Solo nos importa la lista de ingredientes”. La pantalla de inicio de su empresa pregunta: “¿Tu baño está sucio de Kardashian?”, una burla a los productos recomendados por el clan televisivo omnipresente en Instagram (un representante de Jenner no respondió a un pedido de comentarios).
Desconfianza
Los fabricantes de cosméticos se pasaron décadas reforzando químicos nuevos en un intento por crear acondicionadores suaves y jabones con olor a cascadas tahitianas. Además, aunque la industria gasta millones para verificar la seguridad de los productos y afirma respetar las regulaciones de los Gobiernos, a algunos compradores les parece que los estándares no son lo suficientemente estrictos.
La desconfianza va en aumento mientras las empresas se apuran por agregar —y promocionar— ingredientes naturales sin molestarse en quitar los considerados tóxicos. A L’Oréal, que fue fundada por un químico y vende decenas de marcas populares, desde los perfumes Armani hasta el champú Garnier, le cuesta sostener el crecimiento en Estados Unidos mientras pasan al frente las startups de belleza “limpia”. La empresa respondió lanzando su primera tintura orgánica para el cabello, basada en plantas, y expandiendo su línea Garnier Whole Blends, cuyos champús “inspirados en la naturaleza” vienen con imágenes de aguacates, papayas y bayas. Pero esos productos también tienen compuestos químicos considerados potencialmente tóxicos por los defensores de la belleza limpia, como el salicilato de bencilo y el fenoxietanol, que según creen algunos causan alergias y perturban las hormonas.
Los gigantes de la belleza dicen que la realidad es mucho más complicada de lo que la pintan las aplicaciones. Por ejemplo, algunos ingredientes son peligrosos si se los ingiere, pero no si permanecen fuera del cuerpo. Otros son inofensivos en cantidades diminutas, pero cuestionables en dosis mayores, aunque resulta difícil estimar cuánta exposición se recibe con una rutina matutina que abarca varios productos, desde dentífrico y gel de baño hasta desodorante y crema facial.
“Estamos plenamente a favor de la transparencia y apoyamos la necesidad de los consumidores de información clara, confiable e independiente”, afirmó L’Oréal en un comunicado enviado por email. “Pero esas aplicaciones no parecen tener una base científica: las calificaciones varían de una a otra y, en esencia, se basan en la presencia de ciertos ingredientes que consideran peligrosos, pese a que nuestra industria está sujeta a las regulaciones más estrictas del mundo”.
CP