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Operation Warp Speed debe derrochar dinero en vacunas: Max Nisen

Estados Unidos podría desperdiciar una enorme cantidad de dinero de los contribuyentes mientras se prepara para producir vacunas fallidas contra la COVID-19. Esa es una estrategia inteligente.

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Estados Unidos podría desperdiciar una enorme cantidad de dinero de los contribuyentes mientras se prepara para producir vacunas fallidas contra la COVID-19. Esa es una estrategia inteligente.

El Gobierno de Trump está preparando una iniciativa llamada Operation Warp Speed, que involucra a compañías, agencias gubernamentales y militares, con el objetivo de reducir el tiempo necesario para crear una vacuna contra la COVID-19. El objetivo es tener una vacuna listo para la mayoría de los estadounidenses para fines de este año.

Probablemente, el grupo no puede cumplir con un plazo tan ajustado. Es prácticamente imposible desarrollar nuevos productos biológicos que sean seguros y útiles tan rápidamente, y eso es todo lo que Gobierno puede hacer para acelerar las cosas. Pero puede ayudar al garantizar que, una vez que la vacuna esté lista, se puedan fabricar millones de dosis de inmediato.

El desarrollo de vacunas es largo, costoso y arriesgado porque desarrollar un medicamento que pueda proporcionar una respuesta inmune duradera es complicado. Basta con observar la cantidad de virus para los que no hay vacunas y la efectividad fluctuante de las vacunas contra la gripe estacional. Además, cualquier vacuna que se administre a una amplia parte de población sana debe cumplir con exigencias de seguridad excepcionalmente altas.

El hecho de que varios prototipos ya estén en ensayos en humanos es una evidencia de que los investigadores están trabajando tan rápidamente como pueden. Operation Warp Speed puede ayudar coordinando mejor los esfuerzos y facilitando grandes ensayos estandarizados de múltiples prototipos. Sin embargo, lo que no puede hacer es simplificar la biología humana o reducir el riesgo de que fracasen los proyectos acelerados radicalmente, muchos de ellos con enfoques prácticamente no probados.

Mejorar esa parte de la ecuación requiere un tipo diferente de Proyecto Manhattan: un esfuerzo a largo plazo para desarrollar tecnología de vacuna preparada para una pandemia y cambiar los incentivos nocivos para el mercado, que han alejado a muchos fabricantes de medicamentos de la investigación de enfermedades infecciosas.

El principal aporte de Operation Warp Speed es abordar el alto riesgo de fracaso al desarrollar una capacidad de fabricación “en riesgo” para múltiples prototipos prometedores de vacuna. Esperar pruebas concretas de los ensayos clínicos sobre la efectividad de cualquier vacuna antes de comenzar este proceso agregaría meses de retraso en la producción de dosis suficientes para inocular a toda la población. Idealmente, Operation Warp Speed tendrá una financiación sólida, suficiente para desperdiciar algo de dinero mientras se prepara para producir vacunas que no funcionan.

Esto podría incluir a casi todos esos prototipos que están en desarrollo en la actualidad, varios de los cuales se producen con tecnología que nunca se ha adaptado para producir a la escala de toda la población. El desperdicio de dinero en prototipos que fallan vale la pena, porque los beneficios potenciales de solo uno que funcione, ya sea que llegue en enero, marzo o junio, no tendrían precio.