Las fuerzas de seguridad venezolanas lanzaron gases lacrimógenos contra partidarios del líder opositor venezolano Juan Guaidó mientras marchaban por una avenida principal en el este de Caracas el martes por la mañana, con la esperanza de inyectar nueva vida en una campaña para derrocar al presidente Nicolás Maduro.
Las mujeres y los hombres con camisetas blancas y banderas venezolanas colgadas sobre sus hombros cantaban y sostenían carteles que decían “no más tortura, no más muertes”. El grupo planea llegar a la Asamblea Nacional en el centro de Caracas, a donde también se dirige una marcha rival organizada por los leales de Maduro, lo que plantea la posibilidad de enfrentamientos con partidarios del gobierno armados, conocidos como colectivos.
La policía antidisturbios se mantuvo al margen de la reunión de la oposición.
“Me gusta ver las calles llenas de policías, militares y colectivos, eso significa que la dictadura nos tiene miedo”, dijo Gustavo Giraud, un profesor universitario de filosofía de 72 años, quien sostenía un esqueleto de cartón con las palabras “tenemos hambre”. Gana 2 millones de bolívares al mes, o alrededor de US$27.
“Ya no tengo miedo”, dice.
Guaidó goza del respaldo de Washington y sus aliados, quienes lo reconocen como el líder legítimo de la nación, pero hasta ahora no ha logrado avanzar mucho en su país. En abril pasado, intentó liderar un levantamiento que fracasó después de que la mayoría de las fuerzas armadas se negaran a unirse. A pesar de esto, el gobierno se abstuvo de arrestar a Guaidó, posiblemente por temor a la reacción internacional.
“Hemos logrado nuestro objetivo y hemos hecho visible nuestra difícil situación”, dijo Guaidó a la multitud.
Cientos de partidarios de la oposición también se manifestaron en otras ciudades importantes de Venezuela como Maracaibo, San Cristóbal y Barquisimeto.
En el centro de Caracas, partidarios de Maduro y trabajadores del gobierno vestidos de rojo bailaron con una banda de salsa en vivo, donde un gran busto inflable del difunto presidente Hugo Chávez se balanceaba al viento. Sostenían carteles que decían “las sanciones son un crimen” y “Guaidó es un traidor”.
Si bien Guaidó regresó recientemente de una gira internacional donde se reunió con el presidente de EE.UU., Donald Trump, en la Casa Blanca y subió al escenario en el Foro Económico Mundial en Davos, las protestas en casa se han silenciado este año. Su impulso se ha ralentizado por la fatiga entre los ciudadanos comunes que luchan por sobrevivir día a día y el escepticismo de que pueda expulsar a Maduro.
Los colectivos fueron acusados de apuntar con un arma a Guaidó y de herir a los manifestantes en un mitin celebrado hace dos semanas en la ciudad occidental de Barquisimeto.