El primer par de pantalones de yoga que Lululemon vendió en 1998 eran un artículo simple para que las mujeres los usaran en los estudios de yoga. Eran una mezcla de nylon y Lycra, fibras elásticas sintéticas que brindaban la elasticidad y la suavidad necesarias para realizar todas esas contorsiones que hacen traspirar durante una prolongada sesión sobre el mat.
El yoga, primero como ejercicio y luego como fenómeno cultural (o cliché, dependiendo de su escepticismo), aún no se había consolidado. A principios de siglo, los pantalones llenaron un nicho para los yoguis que simplemente buscaban una alternativa de gama alta a las simples calzas de algodón.
Dos décadas después, han conquistado el armario, incluso para las personas que nunca ven el interior de un estudio de yoga. En 2014, los adolescentes empezaron a preferir las calzas a los jeans. Luego, la gente comenzó a usar ropa deportiva (o de ejercicio, pero en su mayoría son solo pantalones de yoga) para hacer trámites. Ahora llevan pantalones de yoga a la oficina. Las importaciones estadounidenses de pantalones elasticados para mujeres superaron el año pasado por primera vez a los jeans, según la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Los pantalones de yoga también lograron sumergir el denim en una crisis existencial, amenazando a Levi Strauss & Co. tan profundamente que tuvo que luchar para adaptarse. La compañía agregó elasticidad y curvas a sus jeans mientras esperaba conservar algo de su esencia agreste.
La popularidad de los pantalones de yoga dio paso, como era de esperar, a una gran cantidad de competidores a medida que las marcas llenan cada segmento del mercado, desde los pantalones de US$20 de Old Navy hasta las versiones de US$230 de Lucas Hugh. Lululemon Athletica Inc., a la que se le reconoce en gran medida haber traído los pantalones elásticos a las masas, ha invertido dinero en el desarrollo de nuevas telas para defenderse de sus rivales, un grupo que ahora incluye a las compañías de ropa deportiva más grandes del mundo.
La tela original de Lululemon, Luon, con una alta proporción de microfibra de nylon en lugar de una mezcla de poliéster más típica, fue registrada en EE.UU. el 2005. Muchos de sus tejidos más nuevos están marcados y orientados a usos específicos. Los leggings de los competidores del mercado utilizan una estrategia similar, promoviendo los pantalones versátiles a través de combinaciones de telas con marca registrada.
Lo que alguna vez fue una simple calza elasticada, al parecer se ha convertido en una maravilla de la ingeniería. Aunque no es sorprendente cuando te das cuenta que en EE.UU. se gasta alrededor de US$48.000 millones al año en ropa deportiva.
La historia de un producto innovador hecho por una empresa emergente que es tragada o aplastada por los gigantes corporativos de EE.UU. es antigua. Lululemon está decidido a no permitir que eso suceda esta vez.
Escondido en el sótano de su sede de Vancouver se encuentra un laboratorio llamado Whitespace, la unidad de investigación y desarrollo de la empresa. Aquí, un equipo de unos 50 empleados trabaja para dar con la próxima gran idea de la marca. Ha desarrollado sujetadores sin costuras ligeros y pantalones de yoga confeccionados con combinaciones de hilos que normalmente se usan en lencería. El personal no está formado solo por trabajadores textiles encargados de confeccionar nuevas telas, sino que incluye científicos, fisiólogos, ingenieros mecánicos, neurocientíficos y biomecánicos.
Cuando Lululemon no vendía nada más que Luon, la compañía vio que los clientes usaban los pantalones para todo tipo de entrenamientos, incluido el entrenamiento de alta intensidad para el que la tela nunca estuvo destinada. Entonces, después de que el área de investigación y desarrollo identificó cómo los usaban los consumidores y para qué, Lululemon desarrolló material específico para cada actividad, de donde surgió la creación de pantalones para corredores o bailarines. Incluso el mismo Luon, el tejido original de la compañía, es diferente de lo que era hace 20 años, después de años de ajustes e integración de nuevas tecnologías.
Ahora que tiene un espectro de productos adecuados para casi la mayoría de los movimientos, Lululemon ha abierto un par de tiendas para aquellos clientes interesados en artículos aún en fase experimental. Uno de ellos, ubicado en el centro de Manhattan (el otro en Vancouver), se parece más a una boutique de moda que a un lugar para comprar equipamiento para el gimnasio o el estudio de yoga.
Las empresas más importantes que actualmente se encuentran en el mercado de ropa deportiva han invertido mucho en el crecimiento de sus líneas de ropa de mujer, especialmente en el desarrollo de nuevas telas y características para el pantalón de yoga, que alguna vez fue simple.
En 2014, Nike Inc. comenzó a trabajar para alcanzar un objetivo de ventas de US$7.000 millones para su negocio de mujeres, reportando casi US$5.000 millones en ingresos. Un año después, la compañía informó que el crecimiento global del negocio de mujeres superaba al de hombres. Ese mismo año, Adidas AG comenzó a orientar su marca juvenil, Neo, hacia mujeres más jóvenes. El gigante deportivo alemán incluso contrató a Christine Day, exmáxima ejecutiva de Lululemon, como asesora estratégica. Adidas se convirtió rápidamente en una amenaza formidable para el dominio de Lululemon.
Los pantalones deportivos y las calzas ahora son una industria de US$1.000 millones, según el analista Marshal Cohen del Grupo NPD. Su atractivo para los consumidores ha producido un rápido crecimiento de las ventas que no muestra signos de desaparecer, dijo. Donde Lululemon encontró el éxito con las consumidoras al proporcionar un producto de nicho que podía satisfacer usos casuales y deportivos, las principales marcas como Adidas y Nike completaron el cuadro, confirmando cuán fuerte podría ser la tendencia de la ropa deportiva.
En estos días, hay más de 11.000 tipos de pantalones de yoga para usos específicos disponibles en los minoristas de todo el mundo, según datos de la firma de investigación minorista Edited, tanto para hombres como para mujeres.