Más que cualquier otro presidente reciente, Donald Trump llegó al cargo prometiendo reactivar la industria del carbón y restaurar el empleo en la minería. Diecinueve meses han pasado, y la situación no ha mejorado mucho.
La industria, que será el foco de la visita de Trump a Virginia Occidental el martes, se ha recuperado ligeramente de un devastador 2016, cuando el gas natural barato aplastó al carbón en el mercado de energía y tres grandes productores se declararon en bancarrota. Pero un repunte en las exportaciones está enmascarando un problema mayor: la industria sigue perdiendo clientes en Estados Unidos a medida que las compañías eléctricas recurren cada vez más al gas natural y la energía renovable para generar electricidad.
El impacto de Trump “en el sector del carbón ha sido extremadamente mínimo a pesar de su discurso", dijo Andrew Cosgrove, analista sénior de Bloomberg Intelligence. "Todavía se observan retiros de plantas eléctricas [a carbón] y se espera que continúen hasta el final de su mandato".
De hecho, los analistas del gobierno esperan que se mantengan las disminuciones, y proyectan que la producción, el consumo y las exportaciones de carbón de EE.UU. se contraerán en 2019, según la Administración de Información Energética.
No es por falta de intentos. Trump viajará el martes a Virginia Occidental –el segundo estado con mayor producción de carbón– para participar en eventos de campaña, el mismo día en que su Agencia de Protección Ambiental tiene previsto avanzar en el último esfuerzo de la administración para ayudar al sector: un plan para reducir drásticamente los límites que impuso la administración Obama a las emisiones de gases de efecto invernadero de las centrales eléctricas.
La propuesta ofrece un marco para reemplazar el Plan de Energía Limpia del expresidente Barack Obama, que establecía objetivos específicos de reducción de emisiones de carbono para los estados y luego alentaba cambios radicales en toda la red eléctrica del país para cumplirlos, incluido el retiro de plantas a carbón y la adición de energía renovable.
El plan de Trump para reemplazar el programa anterior se enfoca, por el contrario, en lo que se puede hacer para mejorar la eficiencia en las plantas eléctricas individuales de manera que generen menos emisiones de dióxido de carbono por unidad de electricidad generada, según personas familiarizadas con el plan que pidieron no ser identificadas antes de su lanzamiento. También permite a los estados más margen de maniobra para regular las plantas dentro de sus fronteras.
Los analistas dicen que es poco probable que la propuesta de Trump cambie drásticamente la situación de la industria del carbón o que conduzca a una nueva demanda interna. Pero encaja con otros esfuerzos de la administración Trump para flexibilizar regulaciones que desalentaban a las plantas a usar carbón y encarecían su extracción, cambios que pueden ayudar a la industria en cierta medida.
Sin embargo, nadie en la industria está hablando de la construcción de nuevas plantas de carbón. Desde 2010, los propietarios de centrales eléctricas han retirado o anunciado planes para retirar 630 plantas a carbón en 43 estados, casi el 40 por ciento de las plantas estadounidenses a carbón, según datos de American Coalition for Clean Coal Electricity, grupo industrial que representa a compañías eléctricas como Southern Co. y productores como Peabody Energy Corp.
American Electric Power Co., que ha retirado 7.200 megavatios de capacidad de generación a carbón desde 2011 y que anunció planes para invertir fuertemente en gas natural y energías renovables, dijo en un comunicado que no planea revertir el rumbo. "Las plantas a carbón existentes siguen siendo una parte importante de una combinación equilibrada de energía para EE.UU.", dijo la vocera Tammy Ridout en un correo electrónico.
Aunque el consumo interno continúa disminuyendo, la producción de carbón estadounidense se recuperó durante el primer año de Trump en el cargo, principalmente impulsado por el aumento de las exportaciones. Si bien se proyecta que la producción disminuirá levemente este año –de 774 millones de toneladas cortas en 2017 a 766 millones de toneladas cortas–, los volúmenes de exportación siguen encaminados a ser un 71 por ciento más altos que los 60 millones de toneladas métricas enviadas al exterior en 2016.
Las exportaciones, especialmente a la India y Corea del Sur, siguen siendo lo más positivo de la industria.
Los cambios en la política de Trump pueden ayudar a la demanda interna en cierta medida, dijo Jeremy Sussman, analista de Clarksons Platou Securities, Inc. "Pero el principal impulsor de la demanda incremental pro del mercado de exportación".