Ruta 285 es el nombre oficial de una de las principales carreteras utilizadas para el transporte de suministros hacia y desde los yacimientos de petróleo del oeste de Texas. La población local la llama de otra manera: “Autopista de la muerte”.
Noventa y tres personas murieron el año pasado en accidentes relacionados con camiones en el lado de Texas de la cuenca pérmica, 43 por ciento más que en 2012. Para saber cuántas víctimas fatales habrá en el futuro, basta con seguir el precio del petróleo.
La cantidad de muertes en accidentes de tránsito relacionados con camiones se redujo en 2015, cuando los precios del petróleo empezaron a declinar. Aumentaron el año pasado en tanto el crudo subía y hacía necesario que cada vez más camioneros condujeran los enormes vehículos de 18 ruedas que pueden transportarlo todo, desde agua y arena hasta tubos de acero y combustible.
La Ruta 285, que atraviesa Pecos, Texas y Carlsbad, Nuevo México, podría ser “la autopista más mortífera de los Estados Unidos”, dijo Ralph McIngvale, un socio de Permian Lodging, que construye y administra campamentos para trabajadores en la región. “Hay que estar muy atento. Hay que estar pendiente tanto de la ventanilla trasera como del parabrisas”.
Hay tal demanda de conductores en la cuenca, que éstos pueden ganar con facilidad US$120.000 al año, dijo Gary Painter, alguacil del Condado de Midland, en una entrevista. Pero eso conlleva sus problemas.
“Algunos conducen a una velocidad excesiva, otros están demasiado cansados para conducir, pero ganan dinero”, dijo. “Algunos tratan de ganar todo el dinero que puedan”.
James “Whisky” Stroup, de 57 años, es un camionero experimentado. Ahora conduce camiones de arena, pero antes trabajó también como instructor de nuevos conductores. Sabe descansar el tiempo necesario, dijo, pero no todos lo hacen.
“Cuando se ha estado 10 u 11 días en el yacimiento de petróleo trabajando 14 horas por día, el cansancio es tal que no se puede pensar”, dijo en una entrevista. “El cerebro deja de funcionar porque se duerme entre cuatro y seis horas”.
Stroup tiene mucha experiencia, pero muchos de los conductores son jóvenes, temerarios y, por lo general, inexpertos. Es por eso que las compañías de servicios petroleros buscan instructores como Jeffrey Walker, coordinador de entrenamiento en transporte del New Mexico Junior College. El curso de Walker supone tres semanas de sesiones, luego de las cuales los conductores se someten a un examen de tres partes para obtener su licencia de conductor comercial.
Lo peor de la conducción deriva de que camiones de dimensiones excesivas transitan por carreteras que no están pensadas para la cantidad de tráfico que tienen en la actualidad, dijo Walker en una entrevista.
En Nuevo México, donde vive Walker, los conductores encuentran hoyos que pueden tener hasta metros de ancho, un fenómeno del cual mucha gente responsabiliza al fracking, agregó, y señaló que encontrar fondos para reparar las carreteras es una “eterna batalla”.
El Departamento de Seguridad Pública de Texas está abordando el problema, dijo en una entrevista el sargento Oscar Villarreal. Se ha reducido el límite de velocidad, que antes era de 120 kilómetros (75 millas) por hora y el departamento tiene más efectivos para el control de las carreteras. Pero la cantidad de conductores crece tan rápido, dijo, que no es mucho lo que pueden hacer.