Las cifras oficiales del viernes confirmaron lo que muchos británicos sabían en privado durante semanas: puede que el confinamiento no les deje ir al pub, pero eso no les impedirá beber.Las tiendas de alcohol, uno de los pocos sectores minoristas que pueden permanecer abiertos según las estrictas reglas de distanciamiento social, registraron un aumento de las ventas de casi un 33% en marzo, el mayor incremento mensual desde que se comenzó a recabar datos en 1988. La cifra no incluye los supermercados, donde se compra la mayor parte del alcohol.
Algunos lo atribuyen a un consumo emocional en una nación donde las libertades civiles se han reducido drásticamente a fin de frenar la propagación del coronavirus. Las rutinas diarias se han interrumpido, y trabajar desde casa, o no tener trabajo en muchos casos, significa que se realizan menos viajes por carretera, lo que elimina la necesidad de no tomarse una copa de más.En un mes terrible para los minoristas británicos, las tiendas de alimentos prosperaron, con un incremento de las ventas de más del 10%. El sector recibió un impulso a principios de mes del acopio de suministros entre los consumidores por el temor a una escasez de artículos esenciales conforme Gran Bretaña se encaminaba hacia las medidas de aislamiento.