Las pocas estaciones de gasolina que aún abren en Caracas están a cargo de soldados armados, y los que esperan en filas durante todo un dia para llenar los estanques de sus vehículos corresponden solo a personal de seguridad y proveedores de alimentos y artículos médicos designados.
Los venezolanos, en cuarentena por el coronavirus, como la mayoría del mundo, están acostumbrados a la escasez después de siete años de crisis económica. Pero en las últimas semanas, a medida que las sanciones de Estados Unidos se endurecen, está ocurriendo algo sin precedentes: el país con las mayores reservas de petróleo del mundo y una de las mayores instalaciones de refinación de Sudamérica está casi sin gasolina.
Los puertos no han recibido importaciones de gasolina en más de cinco semanas, según personas con conocimiento de la situación y datos de monitoreo de embarcaciones compilados por Bloomberg.
Han estallado pequeñas protestas, con lo que han aumentado los temores de que se repitan los fatales disturbios de años anteriores. Las agencias internacionales de ayuda dicen que no pueden actuar fácilmente. Y un mercado negro está creciendo en la capital debido a que ahora la gasolina -esencialmente gratis durante décadas- se vende a US$1,50 por litro (US$5,67 por galón).
Desde que EE.UU. impuso sanciones al petróleo venezolano hace 14 meses como parte de su esfuerzo por derrocar al presidente Nicolás Maduro, respaldado por Cuba, los principales comercializadores se han alejado, lo que ha obligado a la estatal Petróleos de Venezuela a buscar proveedores, según personas con conocimiento de la situación.
PDVSA ha ofrecido intercambiar un barril de gasolina por hasta tres barriles de crudo entregados una semana después de que se descargue el cargamento. Los comercializadores más pequeños y menos experimentados han disminuido.
Como resultado, hay una grave falta de gasolina, sin solución a la vista. El consultor de energía Nelson Hernández dijo que Venezuela no tiene inventarios de gasolina, por lo que no puede hacer frente a una escasez.
El impacto se siente especialmente en Caracas, hasta hace poco una burbuja privilegiada protegida de la escasez de combustible observada en otras partes del país durante el año pasado. Las entregas de alimentos y medicamentos se están ralentizando a medida que la ciudad intenta hacer frente al virus.
En las últimas tres semanas, las autoridades han impuesto racionamiento en estaciones de servicio de todo el país, ordenando a los propietarios a ceder el control al personal militar, que revisa las credenciales de los conductores autorizados en las bombas.
Tareck El Aissami, ministro de Industrias y Producción Nacional del país y encargado de la reorganización de PDVSA, anunció el viernes un “Plan Especial de Suministro de Combustible” para sectores clave y prometió trabajar rápidamente para restaurar el combustible en todo el país, pero no ofreció detalles.
La demanda de Venezuela ahora se ha reducido a unos 90.000 barriles diarios de gasolina y diésel, según Hernández, por debajo de los 350.000 barriles combinados de hace ocho años. Aun así, la demanda supera con creces la oferta.
Lejos de la capital, en la región que durante mucho tiempo ha tenido que lidiar con una grave escasez de gasolina, llega información de que los agricultores actualmente deben tirar sus cosechas debido a la falta de combustible para transportarlos.