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Tiroteos sacuden a Ciudad de México, otrora refugio contra narcos

Las bandas de traficantes son cada vez más poderosas en la capital mexicana y oponerse a su avance lleva a la muerte. Galería de fotos

| Photographer: Alejandro Cegarra/Bloomberg

En la puerta del club nocturno, un guardia de seguridad revisa carteras, bolsos, bolsillos y estuches de maquillaje con una pequeña linterna. En el baño, otro observa mientras traficantes venden cocaína en bolsas marcadas con calaveras. Ese guardia acompaña a los compradores a un lugar donde pueden consumir la droga en privado.

Las bandas de narcotraficantes son cada vez más poderosas en Ciudad de México e incluso los locales nocturnos más exclusivos no tienen más opción que dejarlos vender sus productos. Es mejor que oponerse: fuera del club, cerca de la fuente de la Cibeles en un barrio popular entre los turistas estadounidenses, el propietario de otro bar fue asesinado a tiros. Hace poco, dos hombres con narcóticos en su automóvil fueron abatidos a tiros a ocho cuadras de distancia a plena luz del día y disparos en un centro comercial exclusivo dejaron otros dos muertos.

Ciudad de México siempre había sido un refugio contra las decapitaciones y las fosas comunes que asolan al país. Pero a medida que los homicidios aumentan año tras año, la capital comienza a parecerse más y más al resto de México. Desde que el presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador asumió el poder en diciembre, los crímenes se han convertido en el tema número 1 de conversación en cafeterías, bares y oficinas.

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Pese a las promesas de reducir la violencia abordando la pobreza y el descontento juvenil, los homicidios se han disparado un 15% este año durante el mandato de la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, aliada cercana de AMLO. Tras tiroteos en barrios elegantes y el secuestro y asesinato de dos jóvenes de clase media, Sheinbaum envió a la recientemente creada Guardia Nacional, una medida destinada solo a los peores focos de narcotráfico. Ahora la percepción de que el crimen está descontrolado en una de las capitales más grandes del mundo desconcerta a los inversionistas en una economía que va rumbo a registrar su menor crecimiento en una década.

"Nuestros clientes están mucho más preocupados", comentó Gonzalo Nadal, quien dirige la consultora de riesgo ON Partners, con sede en Ciudad de México, cuyos clientes incluyen la American Chamber of Commerce of Mexico. "Algunos han expresado serias dudas" sobre expandirse en la capital.

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Sheinbaum afirma que la situación viene empeorando hace años, pero, afirma, el gobierno anterior modificó los datos para esconder el problema. Publicó nuevas estadísticas acerca del año pasado que muestran que la cantidad de homicidios fue mayor de lo que se pensaba antes de asumir el cargo. Eso hace que la comparación con las cifras de este año sea menos dramática. Algunos delitos como los robos en realidad han caído. Los asaltos a transeúntes han bajado un 23%, pero los homicidios siguen subiendo -898 víctimas en enero y junio- y los críticos culpan a ella y al presidente.

Ciudad de México necesita detectives y fiscales en mayor cantidad y mejor capacitados, pero los fuertes recortes presupuestarios instaurados por AMLO hacen más difícil su trabajo, señaló Francisco Rivas, quien encabeza el Observatorio Nacional Ciudadano, un grupo que busca mejorar las políticas en materia de seguridad. "En cambio, la ciudad optó por cambiar el color de los carros patrulleros", añadió.

AMLO indicó el lunes en una entrevista que sus programas sociales abordan las causas de la violencia y que la Guardia Nacional facilita personal para reforzar la lucha contra el crimen. "No delego este asunto a nadie. Me encargo de esto directamente", expresó.

Desde que el presidente Felipe Calderón declaró la guerra a los traficantes en 2006, los delitos violentos no han hecho más que empeorar. La estrategia de perseguir capos en realidad dividió a los carteles en pandillas más pequeñas y beligerantes.

Su nuevo dominio en la capital es más evidente en clubes nocturnos y bares. Algunos propietarios se han visto obligados a contratar personal de seguridad y meseros elegidos por los mismos narcos. Otros toman precauciones, como permitir que los guardias supervisen las compras de narcóticos para mantener el orden. En el club cerca de fuente de la Cibeles, un DJ pone cumbia de la vieja escuela ante una multitud joven que gasta el equivalente a unos US$10 en bebidas. El baño donde se vende cocaína y éxtasis entre US$25 y US$50 tiene poca iluminación, pero su entrada está abierta.

"Los grupos de crimen organizado obligan a los bares a vender o permitir la venta de drogas", acusó Ernestina Godoy, procuradora de justicia de la capital, en una entrevista.

El tiroteo a plena luz del día más reciente ocurrió la semana pasada en el centro comercial Plaza Artz, cerca de una tienda Louis Vuitton. Una mujer mató a tiros a dos hombres israelíes que según medios locales distribuían drogas a bares en el rico barrio Polanco. Un video muestra a su cómplice disparando un arma de alto calibre mientras hace su escape en tanto los compradores se agachan debajo de las mesas. Un oficial resultó herido.

Una guerra territorial entre dos pandillas, Unión Tepito y Fuerza Anti-Unión, suele considerarse la fuente del derramamiento de sangre y las autoridades denuncian que operan con ayuda de los carteles más poderosos y violentos, el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. El tiroteo en el centro comercial pudo haber sido un enfrentamiento entre ambos carteles, plantea la consultora mexicana de riesgo Empra.

Prisioneros recientemente liberados se integran como peones, aseguran algunas autoridades de Ciudad de México. Las salidas de la cárcel han aumentado gracias a una reforma de la justicia penal de 2008 que mejoró el debido proceso pero no capacitó y verificó funcionarios encargados de hacer cumplir la ley antes de entrar en vigor en 2016. Muchos han sido dejados en libertad por tecnicismos, mientras que algunos sospechosos de delitos violentos pueden optar a salir bajo fianza. La población carcelaria de la ciudad se ha desplomado a cerca de 25.000 personas este año frente a las más de 41.000 de 2012.

Los homicidios en la ciudad han crecido tanto que los asesinatos por cada 100.000 habitantes están ahora solo un 23% por debajo del promedio nacional. Se ubicaron 33% bajo la media el año pasado y en 41% menos en 2017, según datos federales corregidos hace poco.

Godoy, la procuradora, explica que el gobierno anterior manipuló tantos archivos el año pasado que cuerpos encontrados en Ciudad de México se registraron fuera de la capital en informes finales. El gobierno anterior contabilizaba solo un máximo de 600 delitos por semana, aseguró. El exalcalde Miguel Ángel Mancera, actualmente senador, no ha respondido a solicitudes de comentarios. Previamente negó las acusaciones.

Las acusaciones sobre datos alterados plantean interrogantes sobre la confianza en cualquier estadística gubernamental en lo que concierne a la seguridad. "Los estados, dependiendo de cómo se transmite en las noticias, suelen cambiar o alterar sus cifras", aseveró Jack Harary, director gerente de la empresa de seguridad Harary Security, con sede en la capital mexicana.

Esta semana se aprobó una reforma propuesta inicialmente por Sheinbaum que estipula sentencias más severas por reincidencia y delitos menores como el robo de teléfonos móviles. La jefa de gobierno prevé ampliar la fuerza policial este año en un 66%.

Las medidas del gobierno no son suficientes, manifestó Rafael Guarneros, dirigente vecinal del exclusivo barrio Condesa. Una integrante de su agrupación, Cristina Vázquez, fue asesinada en junio tras denunciar delitos en el sector. Horas después de su hallazgo, un hombre intentó ingresar por la fuerza a su departamento por razones desconocidas y fue arrestado. Había estado en la cárcel cuatro veces, informa la prensa local.

"Los fiscales no saben enviar a un criminal a prisión y mantenerlo allí, o simplemente no quieren", lamentó Guarneros. "Este es el mayor fracaso de Ciudad de México", concluyó.