Es más fácil aislar a los estudiantes enfermos o expuestos y rastrear sus contactos si no se distancian, dijo Ravina Kullar, epidemióloga y portavoz de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de EE.UU. Enviar a los estudiantes a casa es un riesgo pues se podría exponer a otras personas en la residencia y a lo largo del recorrido, además de imposibilitar el rastreo de contactos.
“Es inevitable que haya un brote”, dijo. “Las universidades deben asumir la carga de mantener a estos estudiantes en su campus y cuidarlos”.
La Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill fue una de las primeras en enviar a los alumnos a casa para completar el semestre de forma remota después de un brote en la universidad.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció el 27 de agosto que las universidades del estado deben activar el aprendizaje en línea durante dos semanas si registran 100 casos o 5% de la población se infecta, manteniendo a los estudiantes in situ mientras combaten la propagación del virus. La Universidad Notre Dame adoptó la misma estrategia, y anunció el viernes que se reanudarán las clases presenciales el 2 de septiembre.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, habló del tema este mes e instó a los campus a reabrir, diciendo que enviar a los estudiantes a casa después de un brote podría poner en riesgo a los familiares. “En lugar de salvar vidas, la decisión de cerrar universidades podría costar vidas”, dijo.
El rector de Notre Dame, John Jenkins, inicialmente se había inclinado por despejar el campus cuando los casos se dispararon hasta 147 menos de dos semanas después del diagnóstico de la primera persona. Un representante de la agencia de salud del condado, Mark Fox, lo persuadió de implementar clases remotas y restringir las interacciones para observar si eso lograba frenar la propagación.
En Notre Dame despejaron el campus cuando los casos se dispararon a 147
Notre Dame tenía un plan sólido para reabrir su campus, dijo Fox. El desafío fue la magnitud y la velocidad de los casos, explicó. La universidad aumentó las pruebas, agregó más camas de aislamiento y amplió el rastreo de contactos. Junto con las estrictas restricciones en las interacciones entre quienes viven dentro y fuera del campus, Notre Dame logró que los casos no repuntaran en las comunidades que rodean la universidad.
En las instituciones que envían a los estudiantes a casa, la localización de contactos para ayudar a garantizar que ellos y sus comunidades se mantengan a salvo se vuelve más difícil, especialmente para los estudiantes de otros estados.
Si los estudiantes viven relativamente cerca o están en el estado, los trazadores pueden hacer su trabajo, dijo Howard Koh, antiguo subsecretario de salud del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. y actual profesor de Harvard T.H. Chan School of Public Health. Si los estudiantes abandonan el estado para irse a casa, el rastreo es menos efectivo.
“Eso hará que el trabajo sea muy difícil, si no imposible”, dijo.