Las inundaciones en Venecia que han dejado a dos personas fallecidas y cientos de edificios dañados, incluida la Basílica de San Marcos, parecen implacables.
La ciudad es un frágil tesoro construido sobre 118 islas frente a la costa noreste de Italia. En cierto modo, es un milagro que Venecia haya logrado sobrevivir y prosperar durante más de 1.000 años. Formó un imperio naval y comercial y construyó un inmenso acervo de palacios e iglesias llenos de pinturas invaluables, a las que, según estimaciones, acuden 20 millones de turistas cada año.
Sin embargo, no hay nada realmente inevitable en el aumento de la frecuencia de estas inundaciones y las fallas del Estado italiano en la protección de Venecia. Por supuesto, el cambio climático provocado por el hombre es el principal responsable, pero también lo son la burocracia y corrupción que están afectando la preservación de uno de los emblemas artísticos más impresionantes del mundo.
Siempre es difícil echarle la culpa de una inundación particular al calentamiento global, pero los datos nos dicen que está sucediendo algo muy inusual. El año pasado hubo 121 días de mareas altas en Venecia, casi el doble que en 2017. Las autoridades de la ciudad han registrado desde 1923 las veces que la marea ha llegado a más de 140 cm sobre el nivel del mar, fenómeno denominado "mareas excepcionales". Más de la mitad de estos episodios han tenido lugar en las últimas dos décadas.
Venecia sufre una aterradora combinación de dos fenómenos: edificios que se hunden y agua en ascenso (este último relacionado con el cambio climático). Un informe de la Agencia Nacional para las nuevas Tecnologías, Energía y Desarrollo Económico Sostenible de Italia advirtió que la ciudad estará bajo el agua dentro de un siglo si el cambio climático no se desacelera y no se implementan sistemas adecuados de protección.
Desde la inundación de 1966, la mayor de la que se tenga registro, el Gobierno de Roma ha debatido la mejor manera de proteger la ciudad. No fue hasta fines de la década de 1980 que se decidió por un proyecto, finalmente llamado "MOSE", para construir un sistema de compuertas móviles en las afueras de la laguna de la ciudad. La construcción ya superó el presupuesto, para llegar a 5.500 millones de euros (US$6.100 millones). El proyecto debería haberse concluido en 2016, pero ahora se espera su inauguración para 2022.
Mientras tanto, las pruebas han mostrado problemas con algunas partes de la barrera MOSE (el nombre es un guiño a Moisés y la separación del mar Rojo), lo que plantea interrogantes sobre cuánto durará y cuánto costará mantenerlo.
La larga historia de MOSE es un triste caso de obstrucción burocrática y corrupción. Grupos ambientalistas y políticos locales intentaron detener el proyecto en reiteradas ocasiones para defender alternativas menos disruptivas. Varios políticos locales y nacionales han enfrentado cargos de corrupción por contratos de construcción y han sido condenados o han aceptado acuerdos con la fiscalía. Desde 2014, el proyecto ha estado bajo administración especial como una forma de reducir el soborno.
Venecia y MOSE resumen problemas más amplios en Italia. El país ha reducido la inversión en infraestructura, y los políticos a menudo culpan a las medidas de austeridad impuestas por Bruselas. Hace dos años, Matteo Salvini, líder del partido político de extrema derecha Liga Norte, llegó al extremo de culpar a las normas presupuestarias de la Unión Europea por el colapso de un puente vial en Génova que dejó a 43 personas fallecidas.
Si bien es cierto que los gobiernos italianos deberían priorizar la infraestructura sobre el gasto diario siempre que sea posible, MOSE muestra que los fondos adecuados no garantizan que los grandes proyectos se realicen bien y se completen a tiempo. Una administración pública y un sistema de justicia eficientes son igualmente importantes.
Por otra parte, la clase política de Italia debe analizar con detenimiento las fallas de MOSE, ya que nadie sale bien de esto. En los últimos años, Venecia ha estado dirigida principalmente por la izquierda, mientras que la región del Véneto en la que se encuentra es un bastión de la derecha. Todos los partidos políticos han contribuido a frenar este proyecto.
Las inundaciones de esta semana no serán las últimas. Italia y el resto del mundo deben tomar medidas antes de que esta joya de la cultura mundial se pierda.