Si de por sí ya era difícil la situación de los 12 chicos y su entrenador atrapados unos cuatro kilómetros adentro de la cueva Tham Luang, en el norte de Tailandia, ayer se agravó todavía más con una caída del nivel de oxígeno al 15%, por debajo del valor normal del 21%, anunciaron los responsables de las operaciones de rescate. Las autoridades reconocieron ayer que el tiempo para evacuar a esos jóvenes y su profesor es “limitado”.
Los socorristas prosiguen con un trabajo contra reloj para instalar una larga tubería, de unos 4,7 kilómetros, que pueda introducir oxígeno en el lugar donde están atrapados desde el 23 de junio los chicos. “Nuestra principal tarea hoy es hacer llegar un tubo hasta la cámara para que el grupo tenga más aire para respirar”, dijo el general del ejército tailandés Chalongchai Chaiyakam. “En un principio pensábamos que los niños podrían quedarse durante mucho tiempo. Pero la situación ha cambiado y ahora nos queda un tiempo limitado”, declaró ante la prensa el jefe de los comandos de la marina, Apakorn Yookongkaew.
El anuncio se hizo horas después de la muerte del buzo tailandés Samarn Poonan, un ex oficial de la Marina que participaba de las tareas de rescate. El buzo perdió el conocimiento en el camino de regreso desde la caverna que funciona como base intermedia antes del trayecto final para llegar a las 13 personas atrapadas, que tiene unos 1,7 kilómetros. Para recorrer esta distancia cada buzo precisa tres tubos de oxígeno.
A la caída del nivel de oxígeno se suma la amenaza de las intensas lluvias en el norte del país este fin de semana, que podrían complicar más la operación de rescate.
“El monzón es un cambio estacional en la dirección de los vientos cuya consecuencia, en función del lugar, pueden ser las lluvias”, explicó a PERFIL Cindy Fernández desde el Servicio Meteorológico Nacional. Se da en zonas intertropicales, que en la mayoría de los casos tienen un clima seco gran parte del año y una cantidad de precipitaciones concentradas en cuatro meses. En la zona, durante la época de monzón por mes llueve un promedio aproximado de 200 milímetros, mientras que en el resto de los meses la media es de 20. Fue a causa del monzón que los niños se quedaron atrapados en la cueva el 23 de junio, tras haber decidido, por una razón que todavía no está clara, visitarla después de su entrenamiento de fútbol.
Opciones. Los rescatistas, entre ellos equipos internacionales, están estudiando formas alternativas de sacar al grupo. Entre las opciones –además de que los chicos buceen– están quedarse en la cueva varios meses hasta que termine la temporada de lluvias y baje el nivel del agua en la gruta, o excavar la montaña hasta la caverna para sacarlos por allí.
La Marina tailandesa les está enseñando a los chicos nociones básicas de buceo, pero no será fácil rescatarlos. “Una cosa es enseñarle a una persona que viene a aprender en la pileta o en el mar, y otra, a alguien que está confinado en una cueva sin saber si va a sobrevivir. Hay un montón de variables psicológicas que son condicionantes en la velocidad del aprendizaje”, afirmó el instructor de buceo y fundador de Buceo sin Barreras, Daniel Zuber.
Para el experto español en buceo en cuevas Sergi Pérez García, que ha formado a exploradores y cuerpos de seguridad, como el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS), “la dificultad del buceo en cuevas es la facilidad de perderse y la imposibilidad de encontrar superficie. Puede ser debido a la desorientación, para lo cual se aprende a utilizar hilo guía, como en el mito del Minotauro, y por la dificultad de visión por falta de luz o por turbidez del agua, que es esta situación en concreto”.
Según Pérez García, lo principal es enseñarles a respirar, compensar los oídos y no soltar a su rescatador. “El buceo en cuevas precisa formación muy compleja y experiencia como buzo de aguas abiertas, pero este es un caso extremo de vida o muerte”.
El apátrida que se convirtió en vocero del grupo
Adul Sam-on, nacido en Myanmar y educado por profesores cristianos en Tailandia, se ha erigido en portavoz de los 12 menores atrapados en una cueva. Como decenas de miles de niños en este país del sudeste asiático, es un apátrida (no tiene nacionalidad legal). “Me llamo Adul, estoy bien de salud”, dijo en tailandés el niño, haciendo el tradicional saludo “wai”.
Los profesores del colegio Ban Pa Moea, donde el niño estudia, alaban sus dotes lingüísticas, sobre todo en inglés, en un país donde solo un tercio de los habitantes habla esa lengua. Fue el único capaz de conversar con los buzos británicos que los encontraron el lunes por la noche. “¿Qué día es hoy?”, preguntó Adul.
Nació en el estado Wa, una región del este de Myanmar, escenario de una guerrilla étnica.
Los combates provocaron el exilio de miles de habitantes de la zona. Adul es una de las más de 400 mil personas registradas como apátridas en Tailandia, según la Agencia de Refugiados de la ONU. Sin documentos, no pueden conseguir empleo ni votar.
Elon Musk envía ayuda
El empresario tecnológico Elon Musk anunció ayer que enviará ingenieros de sus compañías SpaceX y Boring Co –que está desarrollando sistemas de túneles para proyectos de transporte– con el fin de ayudar en el rescate del equipo de fútbol infantil atrapado en una cueva en Tailandia. “Los ingenieros de SpaceX & Boring Co llegan a Tailandia mañana (por hoy) para ver si podemos ayudar al gobierno”, tuiteó Musk.
Las autoridades tailandesas han corrido una carrera contra las fuertes lluvias mientras intentan rescatar al grupo, atrapado desde hace casi dos semanas en el complejo de cuevas de Tham Luang. Musk dijo que estaba buscando formas de sacar agua de la cueva o bombear aire hacia dentro. “Tal vez vale la pena intentarlo: insertar un tubo de nylon de un metro de diámetro a través de la red de cuevas e inflar con aire como un castillo inflable”, explicó en Twitter.