Año tras año, con los primeros días de calor automáticamente hombres y mujeres notan sus “rollitos”. Entonces, desempolvan las zapatillas del placard, se anotan en el gimnasio y en la góndola del supermercado o en el mostrador del maxikiosco buscan los alimentos etiquetados como light.
Esta tendencia es algo muy común, como lo demuestra un informe de consumo reciente elaborado por la consultora Kantar Worldpane. Allí, tras realizar un completo cuestionario a 8.100 hogares, de 16 ciudades de toda América latina, entre ellas Buenos Aires, encontraron que el 31% de la población urbana prefiere consumir productos light. Y, de ese grupo, el 56% afirma que los elige “para cuidar su peso”.
Sin embargo, esa idea de nutrición saludable se apoya en algunos mitos, más que en sólida evidencia científica. “El hecho de que un alimento tenga una etiqueta que diga ‘light’ no significa necesariamente que sea reducido en calorías. Por ejemplo, el dulce de leche light es un producto reducido en grasas, pero hace el mismo aporte de calorías que el común, debido a que posee un mayor porcentaje de hidratos de carbono. Por eso, es necesario que en el rótulo del alimento se especifique claramente si la reducción es de calorías o de algún nutriente o componente específico. Y también debe detallar cuál es el porcentaje de reducción”, explicó Sebastián Laspiur, director de la unidad de Promoción para la Salud del Ministerio de Salud de la Nación.
En Argentina, el Código Alimentario define a los alimentos dietéticos como aquellos cuya composición ha sido modificada y se encuentran destinados a satisfacer necesidades particulares de nutrición, como los productos libres de gluten. En cambio, la calificación “light” sí se utiliza con el significado de liviano o reducido. Sin embargo, para el consumidor es muy fácil confundirse porque ciertos productos pueden ser reducidos en grasas totales, en colesterol, en sodio, en carbohidratos o en azúcares y, de todos modos, seguir aportando igual o más calorías que el original.
Para evitar esta confusión, a partir del 1º de enero de 2014 comenzará a regir una nueva normativa de la Información Nutricional Complementaria. “Muchos productos deberán cambiar sus envases porque no serán permitidos o estarán condicionados a cumplir requisitos adicionales”, le dijo a PERFIL Susana Socolovsky, experta en regulación y vocal de la Asociación Argentina de Tecnólogos Alimentarios (ver recuadro).
Saludable. Para Mónica Katz, directora del Posgrado de Nutrición de la Universidad Favaloro, “elegir alimentos light puede ayudar a bajar de peso siempre que no se verifique el fenómeno de compensación”. Es que, en ocasiones, la persona que compró un producto “light” –como un alfajor– se permite comerlo en exceso, mucho más que si hubiera comprado uno regular.
“Aunque son buenos, resultan de efecto neutro si se comen en exceso.” Justamente, para conocer cuáles son las conductas saludables más efectivas, Katz realizará el próximo sábado el 3º Evento No Dieta, en el Paseo La Plaza de la Ciudad de Buenos Aires con entrada gratuita.
En definitiva, según los expertos en nutrición, si una persona desea realmente bajar de peso, debería leer atentamente las etiquetas de los alimentos y elegir los reducidos en calorías. “Lo central es consumir menos calorías de las que se gastan realizando actividad física”, concluyó Katz