El agua de la inundación no limpia, ensucia. No acaba con los gérmenes, los potencia. La marea marrón retrocede y deja atrás una amenaza tan peligrosa como la misma correntada: las infecciones. “Estamos entrando en una etapa distinta. Con el agua bajando, hay que trabajar en la prevención de brotes de enfermedades que pueden surgir entre 72 y 96 horas después de la inundación”, declaró a PERFIL el Luis Crovetto, director provincial de Medicina Preventiva y Atención Primaria de la Salud. El Ministerio de salud bonaerense declaró el alerta sanitario por la complicada situación que vive la ciudad de La Plata.
¿Las prioridades? “Prevenir enfermedades transmitidas por el agua, como gastroenterocolitis y hepatitis A. También dengue y leptospirosis en zonas ribereñas, donde el agua se acumuló”, detalló. Crovetto anticipó, además, que la semana próxima será el turno de las mascotas: a partir del lunes o martes comenzará una campaña para vacunarlas contra la rabia y la leptospirosis y para darles tratamiento antiparasitario.
Que se adelanten las enfermedades respiratorias y la gripe es otra preocupación de las autoridades. En los hospitales móviles de La Plata ya se nota un fuerte aumento de consultas por catarro, según informó Alejandro Collia, ministro de Salud bonaerense.
En tanto, Reinaldo Raimondi, director del Hospital de Niños de La Plata, dijo que era esperable “una mayor cantidad de casos y un adelantamiento de patologías respiratorias y de la piel”, estas últimas por el contacto con el agua sucia. Ante cualquier síntoma como catarro, fiebre o cefalea, el médico recomendó no automedicarse y asistir al centro de salud más cercano.
“Las enfermedades infecciosas se propagan fácilmente cuando se producen desastres naturales, porque se reducen las condiciones sanitarias generales, así como el acceso al agua y a alimentos seguros”, advirtió Daniel Stamboulian, presidente de Fundación Centro de Estudios Infectológicos.
Riesgo. Para Enrique Casanueva, coordinador del Comité de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría y jefe de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral, “el riesgo sanitario es total, porque la inundación arrastra aguas cloacales”. Por esto, los médicos enfatizaron la importancia de tomar agua segura, ya sea potabilizándola con cloro o hirviéndola varios minutos. El lavado de manos frecuente es otra herramienta sencilla pero poderosa para mantenerse sanos.
Stamboulian añadió que es indispensable tomar precauciones contra la hepatitis A, la leptospirosis, el tétanos y el dengue. “La leptospirosis es una enfermedad bacteriana frecuente luego de desastres de este tipo, ya que se transmite por la orina de ratas y perros. Es grave y puede provocar la muerte. Aquellas personas que presenten síntomas como boca seca, fiebre mayor a 38º C, dolor de cabeza o muscular, náuseas, vómitos, diarrea y/o escalofríos deben consultar a un médico para recibir el tratamiento oportuno con antibióticos”, describió. El temor a la hepatitis A se atribuye, en parte, al brote que se produjo después de la gran inundación de Santa Fe, en 2003. En ese entonces, el desborde del río Salado provocó una crisis sanitaria con un saldo de centenares de afectados por hepatitis A y leptospirosis.
Las aglomeraciones de personas en centros de evacuados es otro factor de riesgo que podría facilitar la transmisión del virus de la influenza. La primera medida de protección, según Casanueva, es tener el calendario de vacunación completo. Muchos de los afectados por el temporal ya fueron vacunados contra la hepatitis, la gripe y el tétanos en los centros de evacuación y en los hospitales móviles que dispuso el Gobierno.
Como los hogares son otro foco de contagio, una vez que baja el agua llega el tiempo de limpiar. No por nada la lavandina encabeza las listas de pedidos de donaciones. La OPS recomendó diluir una taza de lavandina en un balde de agua y aplicar esa solución a pisos y paredes con extremo cuidado, usando guantes, botas de goma y gafas. Desde el Ministerio de Salud también recomendaron lavar con detergente toda la ropa contaminada por la inundación.
Cómo enfrentar las pérdidas
Lo peor no pasó para miles de personas que perdieron todo en al inundación; incluso, un ser querido. Ante tanta devastación, ¿cómo salir adelante? Adriana Guraieb, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) sostuvo que los pilares son la esperanza, el sostén interior, las ganas de vivir y el poder pedir ayuda. Remarca, además, que es “imprescindible” hacer el duelo. Es la alternativa menos seductora, pero más sana para seguir viviendo.
“El duelo es un proceso que debemos hacer ante cualquier pérdida significativa –expresó Guraieb–. No hay que escaparse ni tapar el dolor, hay que elaborarlo, amasarlo. Si negamos la pérdida, nos aseguramos de que el duelo dure toda la vida”.
Para atravesar el duelo, la licenciada enumeró algunos pasos: desprenderse de lo amado; perdonar si hiciera falta; aceptar la pérdida para superar la etapa de negación; sentir tristeza porque es decisivo para enfrentar la realidad; y, por último, buscar un sentido.
“El duelo que no se resuelve es como una herida que no puede cicatrizar y vive para supurar. Nos enfrentamos con la paradoja de que es necesario sufrir, para dejar de sufrir”, concluyó.