Un mundo amenazado por sequías, crecida de los océanos y migraciones masivas se dará cita en una semana en París, Francia, para intentar frenar el cambio climático. Será a partir del 30 de noviembre cuando comience la 21ª Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Los representantes de 195 países llegarán a una ciudad blindada tras los ataques yihadistas con el objetivo de alcanzar un acuerdo universal que permita limitar el calentamiento del planeta a 2º C.
Ante la Cumbre, más de 150 países presentaron su plan nacional de acción: sus contribuciones de adaptación y mitigación del cambio climático (conocido por sus siglas en inglés como INDC). Argentina lo hizo en octubre a través de la Secretaría de Ambiente de la Nación. El compromiso fue disminuir el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030, y un 15% más, si cuenta con financiación internacional.
La propuesa argentina fue criticada por ONGs ambientalistas y hasta la organización internacional Climate Action Tracker (CAT), que evalúa los objetivos de cada país, la calificó como “inadecuada”. “Argentina será probablemente afectada por el calentamiento global, donde se espera que las temperaturas aumenten mucho más que el promedio mundial. En un país que depende en gran medida de la agricultura, esto reduciría los rendimientos de los cultivos y la disponibilidad de agua. Para un país con grandes emisiones, y que enfrenta impactos tan extremos del calentamiento global, es decepcionante ver un esfuerzo tan inadecuado”, sostuvo Marcia Rocha, directora del equipo de política climática de CAT.
Mala nota. Argentina se encuentra en la posición número 21 en el ranking de países emisores –con un 0,88% de las emisiones globales de GEI–, y produce 4,6 toneladas métricas de emisiones de CO2 per cápita, cifra que lo coloca en la liga de los contaminadores importantes. “La contribución que propone argentina aparece como conservadora y escasa si se tiene en cuenta que entre 2015 y 2030 las emisiones nunca descienden, simplemente aumentan con menos intensidad. Sólo cumpliendo al pie de la letra la Ley de Bosques, o la Ley de Energías Renovables, se llegaría a mejores objetivos de reducción de emisiones de gases”, evaluó Enrique Maurtua Konstantinidis, coordinador del Proyecto Agendas Climáticas Nacionales de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
Para Manuel Jaramillo, director de Conservación de la Fundación Vida Silvestre, Argentina podría colaborar mucho globalmente con aportes desde la agricultura y los bosques, introduciendo políticas que sean de ‘carbono-neutralidad’. “También hay acciones tardías en el tema de diversificar la matriz energética. Hace falta priorizar la generación eléctrica de fuentes renovables como la eólica y solar, y el reemplazo de combustibles fósiles por biomasa. Hoy la Argentina cuenta con menos del 1% de su matriz eléctrica basada en energías renovables”.
Debido a las emisiones de carbono, el promedio de las temperaturas globales ha aumentado aproximadamente 0,85º C desde la era preindustrial. Si las emisiones continúan al ritmo actual, el calentamiento del planeta conduciría a un “riesgo muy elevado” de impactos “graves, extensos e irreversibles”, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Impactos que van desde una crisis de refugiados a olas de calor extremo. Por eso la importancia de llegar a un acuerdo vinculante en la próxima Cumbre del clima.