CIENCIA
proyecto trinacional

Científicos estudian por primera vez la atmósfera del sur argentino

Usando aviones y satélites un grupo de cincuenta investigadores analiza los desplazamientos del aire y la contaminación causada por incendios.

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Sofisticado. En el mundo hay apenas cinco aviones capaces de tomar muestras y hacer análisis in situ de la física y la química aérea. | gentileza peter alexander / fcen

Durante las últimas cuatro semanas, mientras sobre el suelo argentino se debaten políticos en campaña, a 12 mil metros de altitud un sofisticado avión sobrevuela los cielos de la Patagonia y la Antártida tomando muestras y haciendo observaciones de la atmósfera. Tripulado por científicos alemanes, chilenos y argentinos, forma parte del Experimento SouthTRAC, y su objetivo es desentrañar otro fenómeno de calentamiento y destrucción, pero que ocurre en el aire, lejos de la Tierra: entender en detalle los poco conocidos procesos físicos y químicos responsables del clima en la región y que también influyen en el calentamiento global, el agujero de ozono y otros parámetros atmosféricos aún desconocidos, pero que afectan a todos los habitantes del hemisferio.

“Hace muchos sabemos que esta región es una de las zonas del planeta con mayor actividad atmosférica. Pero también es una de las menos estudiadas por la ciencia”, le explicó a PERFIL el doctor Alejandro De la Torre, miembro del Conicet y profesor de la Universidad Austral. De la Torre es uno de los coordinadores de este ambicioso proyecto internacional que involucra a decenas de investigadores de tres países.

Según De la Torre, “tenemos que estudiar la dinámica de esta zona por varias razones: en la atmósfera hay un “ensamble” de complejos movimientos de masas de aire, dentro de los cuales se destacan las poco conocidas “ondas internas de gravedad”. Estas tienen una incidencia fundamental en la aceleración o frenado de la circulación atmosférica. Así, entender qué ocurre con estas ondas nos permitirá mejores pronósticos meteorológicos y conocer mejor los mecanismos que inducen turbulencias que pueden afectar a los aviones”. Además, también están observando la posibilidad de que estas ondas puedan generar perturbaciones en la ionósfera, de cuya estabilidad dependen muchas comunicaciones, ya que allí se reflejan las ondas de radio.

Para estudiar tanto la física como la química de la atmósfera sureña “se combinan mediciones y observaciones hechas desde estaciones de tierra, satélites y –sobre todo– los datos y muestras recopilados por instrumentos científicos instalados en el Halo, uno de los aviones de investigación más sofisticados del mundo, que voló desde Alemania y que ahora está, por primera vez, explorando la zona”, detalló el doctor Rafael Fernández, del Conicet, y profesor de la Universidad Tecnológica (UTN) de Cuyo.

Fernández es uno de los encargados de investigar cómo se está recuperando otra de las catástrofes ambientales recientes: el agujero de ozono. “Se identificó en 1985 y se relacionó su causa con los compuestos CFC, vertidos en grandes cantidades por diferentes industrias”, contó Fernández. “Pero cuando se refinaron los cálculos, se vio que el ozono no solo se destruía por la acción del hombre, sino también por compuestos naturales, llamados halógenos VSL, que rompen el ozono. Y eso estamos estudiando. Es importante porque la capa de ozono aún no se ha recuperado del todo y el agujero afecta especialmente a los argentinos. Además, como ya no se emiten CFC, entender las causas ‘naturales’ de esta destrucción es importante”.

Finalmente, otro de los “fuertes” de este proyecto es “determinar cómo se mueven y hacia dónde se dirigen los compuestos orgánicos producidos por la quema de biomasa. Por ejemplo, las partículas generadas hace unas semanas por los incendios en el Amazonas o en los pastizales de Córdoba”, contó el doctor Enrique Puliafito, de la UTN.

Según este experto, trazar estas moléculas es necesario para entender la contaminación aérea. “También nos importa por qué este hollín puede viajar miles de kilómetros y depositarse en los glaciares de los Andes, acelerando su derretimiento. Por otra parte, su concentración puede alterar los núcleos de condensación de las nubes y eso altera los patrones de las lluvias. Indirectamente, el SouthTRAC nos ayudará a pronosticar y entender qué puede pasarnos con nuestras reservas de agua potable para los próximos años”.

Megafuente de datos

Decenas de investigadores de las universidades Austral, UBA, La Plata, Cuyo, UTN Mendoza, de la Estación Astronómica de Río Grande y del Servicio Meteorológico Nacional se suman a profesionales que llegan desde prestigiosas universidades y centros de investigación de Alemania y Chile y totalizan más de cincuenta científicos que confluyen en uno de los proyectos más ambiciosos –e inéditos– de los que actualmente participa la vapuleada ciencia argentina: “Transport and Composition of the Southern Hemisphere Upper Troposphere and Lower Stratosphere” (SouthTRAC). “Esperamos comenzar a publicar los primeros resultados de los experimentos a partir de 2020”, dijo De la Torre. “Pero son tantos los datos que estamos recopilando y las conclusiones y modelos físicos y químicos de la atmósfera que iremos ajustando, que me parece que podremos seguir obteniendo nuevos conocimientos, papers y conclusiones por todo el próximo lustro”, dijo Fernández.