Buenos Aires no suele estar posicionada entre las ciudades top. Sin embargo, hay un ranking en el que logró subir al podio del mundo y ganar la pole position de América Latina: detrás de las pioneras Singapur y Londres, la capital argentina fue la tercera urbe del mundo en financiar un proyecto para el desarrollo y la fabricación de un prototipo de vehículo autónomo, tarea que hoy obsesiona a las grandes automotrices y a las empresas de tecnología como Google y Apple.
“Trabajamos en equipo, 11 personas, durante tres meses intensos para lograr diseñar y fabricar en el país, con la financiación de la Ciudad, dos prototipos de vehículos capaces de moverse transportando personas y evitando obstáculos sin nadie que los controle”, contó a PERFIL Enrique Cortés Funes, emprendedor y CEO de Inipop, una compañía dedicada al diseño de tecnología y automatización.
“Los dos prototipos que construimos para la ciudad están impulsados por un motor eléctrico. Pero el aporte central estuvo en el desarrollo del software de inteligencia artificial (IA) y en la integración con el hardware de múltiples sensores, controladores y todo lo necesario para que la computadora pueda ‘manejar’ el auto llevando pasajeros en forma segura y sin conductor”, agregó el ingeniero en sistemas Alejandro Repetto, cofundador y CTO de Space Ai, la otra “pata” del team que llevó adelante el proyecto.
Pruebas. Aunque la iniciativa nació para ensayar la puesta a punto de las tecnologías, la Ciudad también aprovechó el proyecto, en el que invirtió $ 2,1 millones, para estudiar cómo reaccionaban e interactuaban los porteños con estos vehículos y las particularidades que deberán enfrentar los sistemas inteligentes en cada ciudad, ya que no es fácil extrapolar las decisiones de un vehículo autónomo a las condiciones de rutas y calles de cada país.
“Por ejemplo, probamos nuestros autos en el Rosedal de Palermo y se nos cruzó por delante una bandada de patos. Fue algo imprevisto y tuvimos que adaptar el algoritmo de IA y los sensores para que pudieran incorporar ese riesgo particular”, recordó Repetto.
Por otra parte, aunque el desarrollo fue hecho específicamente para dos autos eléctricos, “el know-how que logramos, en parte o en todo, se puede aplicar en otras cosas: autos comunes, colectivos que circulen por los carriles del metrobus, un tren o el subte”, detalló Cortés Funes.
Claro que cada uno de éstos tendrá sus propios problemas. Por ejemplo, “la IA para conducir una formación del subte puede ser más simple que en un auto en la calle, pero tendría que solucionar otros temas complejos. Por ejemplo: ¿cuándo cerrar las puertas si los pasajeros siguen subiendo o si las traban?”.
Ambos emprendedores advirtieron que “aunque la tecnología para los vehículos autónomos ya está a punto, aun faltan años de pruebas y ensayos. Y también adaptar la legislación para que estos vehículos puedan llegar a la calle.
“Los transportes inteligentes reducirán en forma espectacular la siniestralidad y mejorarán la seguridad vial, pero de todos modos habrá que resolver serios problemas legales: ¿qué pasa si hay un accidente?, ¿quién se hace cargo?”, se preguntó Repetto. Y adelantó que hay empresas como Toyota que ya dijeron que van a hacerse responsables ante incidentes.
Finalmente, Cortés Funes aseguró que los vehículos autónomos son un tema high tech, donde la industria argentina tiene una oportunidad. “Lo que vale es el diseño, el software, la ingeniería y la integración. Con eso resuelto se puede mandar construir los vehículos ‘droides’ en serie, donde sea más económico: en China, por ejemplo. Pero lo importante es la materia gris necesaria para concretar estas ideas”.