La población argentina está envejeciendo aceleradamente y, según las cifras más recientes, el 15,1% de su población total son adultos mayores. Justamente por eso, y porque también crece la expectativa de vida –que para ese grupo llega a los 81 años–, la Universidad Católica Argentina (UCA) acaba de publicar el informe “Las condiciones de salud de las personas mayores”.
“En Argentina hay seis millones de personas de más de 60 años. Y lo que buscamos fue ver cómo y cuántos de ese grupo sufren carencias en temáticas de salud, para ver si son una muestra representativa o si atraviesan condiciones diferentes respecto del resto de la población y cuál es su real condición social”, explicó a PERFIL el doctor Enrique Amadasi, quien coordinó a los investigadores de la UCA y de la Fundación Navarro Viola.
Según se desprende del trabajo, el 21,1% del total de este grupo etario –1.266.000 personas mayores, población equivalente a los habitantes de la provincia de Salta– se considera pobre, en términos de carencias específicas (acceso a una alimentación adecuada, al empleo y a la seguridad social y la salud). “Los datos surgen de la Encuesta de la Deuda Social Argentina, realizada en 5.700 hogares, elegidos de 19 conglomerados urbanos de todo el país. Son de muestras tomadas entre los años 2010 y 2016. Por eso no es posible tener una conclusión sobre cómo evolucionó esta situación de salud en los últimos años: es una foto, no una película”, sostuvo Amadasi.
En el estudio, publicado ayer, encontraron algunas diferencias por género y por edad –no es lo mismo ser hombre que mujer, o tener más de 75 años–. “Pero el mayor contraste que encontramos se basó en aspectos sociales”, dijo Amadasi: “El mejor predictor de temas de salud para esa etapa vital resultó ser la educación: vimos que quienes terminaron el secundario y la universidad –un grupo minoritario– son los que hoy tienen una mejor vejez en todo lo relacionado con su salud, respecto de quienes no terminaron la escuela”.
Analizando los resultados por estratificación social, el grupo de Amadasi los dividió en cuatro: medio alto, medio, bajo y muy bajo. “Vimos que todos los indicadores de salud resultaron peores en los niveles más bajos”. Y uno de cada cuatro mayores dijo tener insatisfechas sus necesidades de atención de salud. “Si bien la buena noticia es que el 75% está satisfecho, 1,5 millones de personas dicen estar ‘poco o nada satisfecho con mis necesidades de atención en salud’. Y justamente, el 81% de este grupo se inserta en los estratos bajos.
Más datos. Entre los números duros, un dato que destaca es que el 23,9% de esta población afirmó tener “bastantes problemas de salud o padecer alguna enfermedad crónica o grave”. Cifra muy similar para el malestar psicológico, que marca una percepción de depresión o ansiedad, con el 23,6% de esta población afectada. Justamente en esta temática que la Organización Mundial de la Salud considera clave, el informe de la UCA indagó entre quienes perciben su salud comprometida. En ese grupo se observó un déficit en cuanto a proyectos personales, entendido esto como la “dificultad para pensar proyectos más allá del día a día”, un trastorno que afecta a una de cada cuatro personas mayores. En este grupo se destaca una buena noticia: la gran mayoría (80,6%), incluso reconociendo tener su salud comprometida, no declara tener sentimientos de infelicidad.
De los encuestados, el 17% dijo no haber realizado una consulta médica en el último año: “Una muestra del descuido de la propia salud, porque es casi un millón de personas, sobre las que podrían instrumentarse políticas públicas”, según Amadasi.
En cuanto al sedentarismo, los resultados mostraron que el 71,1% no hace ejercicio físico (ver recuadro). Y el 16% de los adultos mayores admitió que fuma. Respecto del hecho de que el 30% dijo que su última consulta fue por PAMI, los investigadores sugieren tomar este dato con cuidado. “Sabemos que muchos se atienden con su médico, pero luego van al profesional de PAMI para pedir recetas”.
Por último, Amadasi destacó que es la primera investigación que se hace para analizar la salud de los adultos mayores y analizar las características de aquellos que tienen carencias en diferentes indicadores.
Ellas son más sedentarias
La práctica de ejercicio físico sigue siendo una deuda pendiente entre las personas mayores. “Los datos indican que el 71,1% no realiza actividad física mínima, ni siquiera una caminata larga una vez por semana. Esto es un claro indicador de la falta de hábitos preventivos de salud”, sostuvo el doctor Enrique Amadasi, quien coordinó a los investigadores de la Universidad Católica Argentina y la Fundación Navarro Viola.
El trabajo encontró que las mujeres son más sedentarias que los varones y los de menor edad en comparación con los de 75 años. También hay diferencias si la persona convive con otras generaciones o lo hace personas de su misma edad. Además, la práctica de ejercicio físico es mucho más habitual entre las personas mayores de la ciudad de Buenos Aires que en el resto del país, “lo cual permite afirmar que en contextos urbanos más dinámicos la práctica de ejercicio físico entre los mayores es más habitual”. Uno de los hábitos clave que influyen en el envejecimiento saludable es la actividad física, que a lo largo de la vida tiene muchos beneficios, entre ellos –sostiene la OMS– aumentar la longevidad. Otros beneficios señalados son el mejoramiento de la capacidad física y mental, la prevención y la reducción de los riesgos de enfermedades, y una mejor respuesta social.