Los secretos que guarda el “agujero azul”, una formación ubicada en el talud patagónico, a 300 kilómetros al este de Comodoro Rivadavia, considerada una de las áreas marítimas más productivas del mundo, podrían quedar develados gracias a la primera campaña oceanográfica entre Argentina y Canadá. La expedición partirá mañana desde el puerto de Buenos Aires rumbo al golfo de San Jorge, donde estará todo febrero.
A bordo del buque canadiense Coriolis II irán en total cuarenta científicos de ambos países repartidos en cuatro etapas de trabajo. El objetivo será profundizar los conocimientos existentes sobre la topografía marina y el funcionamiento del ecosistema de la zona, ya que hasta el momento no existe un estudio integral sobre el golfo de San Jorge. “Se hará una investigación multidisciplinaria para trazar un diagnóstico sobre el estado de salud del golfo”, le dijo a PERFIL José Luis Esteves, doctor en oceanografía e investigador del Conicet, quien junto al argentino Gustavo Ferreyra, profesor del Instituto de Ciencias del Mar de la Universidad de Quebec en Rimouski, coordinará la campaña.
La necesidad de generar conocimiento sobre esta zona surgió a partir de 2007, cuando hubo un importante derrame de hidrocarburos. Es que el golfo de San Jorge es la ruta de paso obligado del 50% del petróleo que se produce en el país. “Otro aspecto es que en la zona norte del golfo está el primer parque interjuridiccional marino-costero. La importancia de la preservación de este ecosistema es clave, porque allí se observa una alta diversidad de aves y mamíferos marinos”, explicó Esteves.
Investigación. Uno de los puntos de interés de la misión es el denominado “agujero azul”, una zona en el talud continental, que es cuando la profundidad cambia abruptamente de los 200 metros hasta los dos mil o tres mil metros, donde se concentra una gran actividad biológica. “Es una zona muy rica, utilizada por albatros, petreles, elefantes marinos y aves para alimentarse, pero también por flotas pesqueras de cualquier país, incluida la Argentina. Queremos conocer más profundamente los procesos que tienen que ver con la producción biológica”, detalló Esteves.
El buque canadiense Coriolis II es un verdadero laboratorio flotante equipado con la más alta tecnología. Su llegada al país se debe al convenio de colaboración que firmaron Argentina y Canadá en agosto de 2013. Del proyecto participan en forma conjunta el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la Universidad de Quebec, el Conicet y las provincias de Chubut y Santa Cruz. Luego de los treinta días de estudio de campo, los investigadores analizarán los datos recabados, lo que tendrá lugar a partir de marzo. Las conclusiones servirán, no sólo para conocer más acerca del Mar Patagónico, sino también para poder comparar ecosistemas de similares características con el golfo de San Lorenzo, en Canadá.