CIENCIA
Experimento Historico

La "Máquina de Dios" tiene en vilo al mundo científico

El colosal acelerador de particulas se pone en marcha en la frontera suiza. Sus datos podrían develar misterios sobre el orígen del universo. Costò casi 4.000 millones de euros.

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GINEBRA.- El Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), el mayor acelerador de partículas del mundo, concita el interés del mundo científico y podría revolucionar la física de las partículas elementales, estimó el martes el astrofísico francés Hubert Reeves en el diario suizo Le Matin. "Esta máquina dará resultados inesperados. Sus datos podrían revolucionar la física de las partículas elementales", explicó el astrofísico.

"Es una herramienta impresionante. Los pozos para bajar el material tienen un tamaño por el cual podría pasar una catedral", insitió. El acelerador más poderoso del mundo está a punto de entrar en servicio en estos momentos en la frontera franco-suiza, para dar respuestas a los misterios del comienzo del universo, hace 13.700 millones de años.

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Reeves descarta -a diferencia de algunos científicos- que el LHC pueda crear un hoyo negro que devore al planeta. Los científicos reticentes al LHC creen que las colisiones de protones provocadas por el acelerador de partículas para recrear las condiciones del universo inmediatamente después al Big Bang, provoquen minúsculos agujeros negros que al agrandarse absorban toda la materia que los rodea.

"No hay riesgos, sólo son rumores", asegura Hubert Reeves, explicando que "un hoyo negro es un lugar donde la materia es tan compacta, que incluso la luz no se puede extraer, ya que ésta recae sobre la superficie como el agua de una fuente". Según el astrofísico, el LHC no puede crear un agujero negro: la energía que el colisionador provocará, "aunque elevada, es muy inferior a la recibida por los rayos cósmicos que bombardean la tierra frecuentemente".

El LHC penetrará en los misterios pendientes de la materia y el inicio del universo, hace 13.700 millones de años. Este colosal instrumento, en el que han trabajado unos 5.000 físicos e ingenieros desde hace más de una década, es el mayor proyecto científico de los últimos años.

Robert Aymar, director general de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), se muestra convencido de que el LHC depara a los científicos "hallazgos que cambiarán nuestra visión del mundo y en particular, su creación". Desde 1996, la CERN ha construido a 100 metros bajo tierra cerca de Ginebra un anillo de 27 km de circunferencia, enfriado durante dos años hasta situarse en los 271,3 grados centígrados, es decir, 1,9º C más que el cero absoluto. Alrededor del anillo se han instalado cuatro grandes detectores, en cuyo núcleo se producirán grandes colisiones de protones (partículas de la familia de los hadrones). El LHC alcanzará el 99,999% de la velocidad de la luz, de unos 300.000 km por segundo.

A máxima potencia, 600 millones de colisiones por segundo generarán el brote de partículas, algunas de las cuales nunca han sido observadas hasta ahora. Para seleccionar los 15 millones de gigaoctetos de datos recogidos anualmente, once centros distribuirán la información en bruto a 200 instituciones del mundo, que la analizarán y archivarán. Entre los detectores, el Atlas y el CMS han sido diseñados para escudriñar el llamado bosón de Higgs, una partícula elemental que dotaría de una masa a otras partículas. Su ausencia sacudiría la física teórica. "Hay una fuerte probabilidad de que el bosón de Higgs pueda ser observado", defiende Yves Sacquin, del Instituto francés de Investigación sobre Leyes Fundamentales del Universo (IRFU).

Al margen del Higgs, "estamos convencidos de que existen en el universo varias partículas mucho más pesadas de las que conocemos. Es lo que llamamos sin duda la materia negra", explica por su parte Aymar. "El LHC proporcionará la identificación y la comprensión de esta materia negra", que integra el 23% del universo, mientras que la ordinaria representa un 4% y el resto está constituido de energía oscura. Otro detector, el LHCb, tratará de dilucidar qué pasó con la antimateria, presente en el momento del Big Bang a partes iguales con la materia.

El Alice se interesará por las colisiones de iones de plomo con el fin de recrear en un lapso relámpago la "sopa" primordial de quarks y gluones que formaban la materia durante los primeros microsegundos del universo, antes de la creación de protones. Cuando entre en funcionamiento el miércoles por la mañana el primer haz de partículas, se inyectarán en el acelerador paquetes de 100.000 millones de protones. Tras el arranque del segundo haz, que girará en el sentido inverso al primero, se provocarán colisiones de energía cada vez más elevadas, hasta alcanzar siete veces la potencia del Fermilab estadounidense, hasta ahora el acelerador más potente. El proyecto, en el que han contribuido países europeos, Estados Unidos, India, Rusia y Japón, ha tenido un costo de 3.760 millones de euros.