Esta semana, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por su sigla en inglés), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó las carnes procesadas, en particular los embutidos, en la categoría de agentes “cancerígenos” para los humanos, en tanto las carnes rojas fueron clasificadas como “probablemente cancerígenas”.
La declaración causó alarma entre los argentinos, acostumbrados a estar entre los que más carnes rojas consumen en el mundo (entre 58 y 59 kilogramos por persona por año) y provocó fuertes críticas de los productores de carne, que calificaron el informe de la IARC como una “farsa”. Tal fue la presión, que la OMS debió emitir un comunicado en el que aclaró que el estudio “no implica un llamado a dejar de comer carne sino a reducir su consumo para disminuir el riesgo de cáncer colorrectal”.
¿Cómo debe ser interpretado el informe? ¿Comer carne hace mal? ¿Deberíamos ser todos vegetarianos? “Las carnes rojas y procesadas constituyen un factor de riesgo más, pero no son causales de cáncer”, dijo a PERFIL Graciela Jacob, directora del Instituto Nacional del Cáncer (INC). “No hay una correlación absoluta: ‘como carne y tengo cáncer’. Lo que dice la IARC es que habría una asociación entre el consumo de carnes rojas y el cáncer colorrectal. Pero esto no significa que uno no pueda comer un bife de lomo tres veces por semana como recomiendan todas las dietas mediterráneas”, agregó.
En Argentina, el cáncer colorrectal es el tercero entre los más comunes, detrás del de mama y de próstata. Pero es el segundo entre los que más muertes causan (7 mil por año), después del de pulmón. En 2011, el INC publicó un documento sobre prevención y detección temprana del cáncer colorrectal, donde ya se menciona el consumo de carnes rojas como un factor de riesgo junto al alcohol, el sedentarismo y la obesidad.
Según el Proyecto sobre la Carga Global de Enfermedad, una organización independiente, cerca de 50 mil muertes por cáncer al año en todo el mundo podrían ser atribuibles a dietas ricas en carnes rojas. La cifra contrasta con el millón de muertes anuales por cáncer que causa el tabaco en todo el mundo y las 600 mil que produce el alcohol.
En el caso de las carnes procesadas, los fiambres y los embutidos, el acento está puesto en los métodos de preparación y conservación, que podrían resultar en la formación de carcinógenos. Los expertos de la OMS concluyeron que cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en 18%.
Para Jacob, se debe relativizar estos resultados ya que los estudios se basan en la dieta de otros países. “Se refieren a la típica salchicha o panceta frita del desayuno americano, que nosotros no tenemos”, sostuvo, al tiempo que recomendó una dieta rica en frutas y verduras, hacer ejercicio físico y no fumar para prevenir el cáncer