La tecnología móvil “explotó” en los últimos años gracias al desarrollo de los smartphones, esos teléfonos inteligentes que ya son parte de la vida cotidiana y que posibilitan hacer múltiples tareas a la vez como hablar, chequear el correo electrónico, chatear, ver videos y escuchar música. Pero, ¿qué pasa cuando todas esas actividades coinciden con el momento de la comida? De acuerdo con un estudio estadounidense publicado en la revista Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics que indagó a 1.800 padres acerca de los hábitos alimentarios de sus hijos adolescentes y el uso de dispositivos móviles a la hora de la cena, llevar el celular a la mesa favorece el sobrepeso y dificulta la buena digestión.
“La utilización de smartphones o tablets durante la comida se asoció a una menor comunicación familiar pero también a una mala elección de los alimentos. De hecho, en las familias en las cuales se permite llevar tecnología a la mesa observamos que se sirven menos ensaladas, frutas, vegetales y jugos naturales, y se ingiere una gran cantidad de bebidas con azúcar y grasas saturadas. Esto indudablemente guarda relación con la ganancia de peso”, explicó Jayne Fulkerson, líder del estudio y directora del Centro de Investigación para la Promoción de la Salud de Niños y Familia de la Universidad de Minnesota, en EE.UU.
En el trabajo, dos tercios de los padres reconocieron que sus hijos veían televisión durante la cena y un 18% que utilizaban el smartphone para chatear, mandar mensajes de texto o jugar a los jueguitos. Las mujeres eran quienes lo hacían con mayor frecuencia. El problema es, según especialistas, que el hábito tiene consecuencias negativas ya que impide charlar en familia y cenar en un ambiente relajado y sin ruidos. Además, hace que el acto de comer se vuelva una inercia porque las personas no mastican, solo tragan y no se dan cuenta de las calorías ingeridas ni de las señales de saciedad. “Se mira la pantalla del celular sin prestar atención a lo que se come”, puntualizó Fulkerson. Poner el acento sobre cómo se come y no tanto en qué se come es una nueva tendencia que gana adeptos en el mundo y que tiene que ver con la llamada ‘alimentación consciente’, esto es; brindar atención plena a la experiencia de comer.
Alerta. Los resultados de la Encuesta Mundial de Salud Escolar que se realizó en Argentina, en 2013, entre adolescentes de 13 a 15 años reveló que en los últimos cinco años, aumentaron el sobrepeso (del 24,5 al 28,6%) y la obesidad (del 4,4 al 5,9%). Además, arrojó que uno de cada dos estudiantes pasa más de tres horas al día sentado. “Los niños y los adolescentes son grupos sobre los cuales es importante actuar porque la prevención del sobrepeso y la obesidad a edades tempranas nos acerca más al éxito a largo plazo; aunque resulta complicado modificar las conductas, sobre todo en el segundo caso. Por eso es importante promover una alimentación saludable, rica en frutas y verduras, pero también el incremento de la actividad física y el establecimiento de ciertas rutinas”, le dijo a PERFIL Valeria Hirschler, pediatra especialista en nutrición de la UBA.
Entre las medidas que se pueden implementar, la especialista recomendó: “comer en familia respetando siempre el horario y procurando que ese momento no dure más de treinta minutos, quedarse frente a la mesa hasta terminar el plato, no prender el televisor ni utilizar otros dispositivos electrónicos, planear una actividad física en familia y procurar que los chicos pasen menos tiempo dentro de la casa sentados frente a un aparato y más jugando afuera”.
También, Rosa Labanca, directora del Centro Asistencial de la Sociedad Argentina de Obesidad postuló que es importante cuidar la calidad de la alimentación y el tipo de mensajes que llega a la población por parte de los referentes de salud. “Hay que poner el acento en brindar una oferta de alimentos saludables, a través de una política de gravámenes que abarate los más favorables”