Mientras en Diputados avanza el debate sobre el aborto, aguarda turno otro tema “caliente”, íntimamente ligado en términos éticos y legales. Y que, en el limbo, espera una solución desde hace más de un lustro: ¿qué hacer con los miles de embriones criopreservados que no fueron utilizados por las parejas durante sus tratamientos de fertilización y que ahora se almacenan en los Institutos especializados?
“El número se estima en, al menos, 20 mil y subiendo”, le dijo a PERFIL el doctor Santiago Brugo Olmedo, especialista en medicina reproductiva y director del Instituto Seremas. Correlativamente también aumentan los conflictos éticos, psicológicos, monetarios y legales. “Venimos pidiendo una ley que regule el tema hace años. Pero, como con el aborto, no hay consenso porque también se discuten valores, creencias y posiciones religiosas más que temas científicos y políticas públicas”, le resumió a este diario la doctora Stella Maris Lancuba, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer).
En los tratamientos de fecundidad asistida recurrir a la criopreservación de embriones para luego implantarlos tiene pros y contras. “La ventaja es que aumenta la tasa de éxito y permite disminuir riesgos. La futura madre tiene menos chances de embarazo múltiple y recibe menor estimulación hormonal. Pero también es una opción que genera problemas sociales y emocionales en las parejas, relacionados con el estatus y el abandono de esos embriones”, detalló Lancuba, también es Directora Médica de Cimer.
El problema no solo está irresuelto sino que se agrava. “La cantidad de embriones criopreservados crece porque hoy las técnicas son más eficientes. Hace 15 años se implantaban cinco por intento, mientras que ahora se ponen uno o dos. Así nos “quedan” más embriones congelados”, le comentó a PERFIL el doctor Fernando Neuspiller, director de la clínica IVI. Y agregó: “Además, por la reglamentación de la Ley que cubre los tratamientos, muchos eligen congelar varios embriones ya que en algún momento esa situación puede cambiar. También influye el hecho de que cada vez más personas recurren a estas opciones”.
Algo particular es que la percepción de las parejas sobre sus embriones criocongelados varía con el paso del tiempo y el resultado del tratamiento. “Para los posibles padres, el sentimiento y las decisiones sobre los embriones almacenados a -196º Celsius, evoluciona. Algunos no dudan en descartarlos, pero otros sienten que son hijos “prospectivos”, dijo Lancuba. “En nuestra experiencia el 70% de las parejas siguen involucradas con el tema, incluso pagando el mantenimiento anual de la criopreservación que puede llegar a los US$ 700 por año. Pero un 30% los “abandonan”, sea porque siguen adelante o porque se separan y discrepan sobre qué hacer. Todo eso agrava el problema”.
Una solución posible que propone Neuspiller es lo que se hace en España y EE.UU. “Durante cinco años se consulta con la pareja. Transcurrido ese lapso, si no se hacen cargo, se donan a otras personas infértiles, donde la embrio-donación sea la solución. Eso, además, bajaría el costo de los tratamientos”.
Esta idea involucra un Banco Nacional de Embriones para proveerlos a las parejas que lo requieran por falta de fecundidad, tal vez, incluso, en formato de adopción. Para Lancuba “otra solución posible es optar por legislación que permita donarlos para investigación científica en instituciones reconocidas y bajo protocolos normativos y éticos muy estrictos”.
Esta es una opción muy interesante, según Neuspiller, “porque de esos embriones se pueden obtener líneas originales de células madres que son un elemento clave por su potencial para investigar curas y desarrollar nuevos tratamientos para una cantidad de patologías de todo tipo”.
Disminuir su cantidad
Mientras se discute una solución aceptable por todas las partes, los expertos tratan de disminuir la cantidad de nuevos embriones criocongelados. “Algo que los pacientes pueden elegir para prevenir esta situación”, según el doctor Santiago Brugo Olmedo, “es realizar el proceso de criogenización inmediatamente después de que se fusionan las células germinales”.
Eso técnicamente se denomina “óvulo en estadio de pronúcleos”, y médicamente no es considerado “embrión”. Así se evitaría toda problemática ética y legal. Aunque también implicaría tener que criogenizar una mayor cantidad de material biológico. Finalmente el experto destacó que muchos casos de embriones hoy congelados también tendrán una solución automática cuando, finalmente, se apruebe la Ley del aborto que hoy se discute. “Si se despenaliza el aborto que ahora está en debate en el Congreso, tampoco sería ilegal descartar muchos de esos embriones hoy congelados”.