Disciernen si las personas son egoístas o generosas. Son capaces de descifrar la entonación de la voz de sus dueños y saber si están siendo retados o mimados. Poseen un particular tipo de memoria episódica, y un reciente análisis de sus conductas reveló que se adiestran mejor si en lugar de recibir castigos son recompensados. Los perros se han vuelto materia de investigación para la ciencia. Así lo demuestra el boom de estudios cognitivos, conductuales y fisiológicos que en el último tiempo tienen al mejor amigo del hombre como protagonista. Y que revelan que los canes son mucho más parecidos a los humanos de lo que se pensaba.
“Actualmente está creciendo entre los investigadores de procesos cognitivos la valoración del perro como modelo de estudio, ya que hasta hace poco para estos trabajos había que recurrir a especies cercanas, como los chimpancés”, explicó la investigadora del Conicet Mariana Bentosela, especialista en el estudio de la psicología de estos animales.
En los últimos años, los etólogos comprobaron que los perros, por estar sometidos a fuertes estímulos evolutivos, posiblemente hayan desarrollado habilidades específicas para convivir e interactuar mejor. “Pueden enseñarnos mucho sobre nosotros, porque algunas de sus capacidades cognitivas y conductuales podrían haber surgido en forma similar a las nuestras”, dijo Bentosela a PERFIL. Pese a que desde hace al menos 15 milenios que perros y humanos conviven, recién pocos meses atrás se logró hacer las primeras pruebas cognitivas utilizando equipos de resonancia magnética funcional (que no les hacen daño), lo que permite entender cómo funciona su cerebro.
Bentosela, experta en etología del Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, estudia las capacidades que le permiten al Canis familiaris entender claves humanas muy sutiles y desentrañar su capacidad para discriminar actitudes complejas exhibidas por las personas. “Hay mucho mito sobre su inteligencia, y se suele confundir hechos anecdóticos con pruebas de sus capacidades”. El equipo de Bentosela trabajó con una docena de perros que interactuaron con varones y mujeres que no eran sus dueños. Y encontró que, a diferencia de la creencia generalizada, estos animales no son capaces de “intuir” rápidamente quiénes los tratarán bien y quiénes no. “En el ensayo, las personas iban compartiendo, o no, un alimento con cada animal. Y lo que comprobamos es que los perros necesitaban primero pasar por un proceso de aprendizaje para, recién después, ser capaces de identificar actitudes y separar a las personas generosas de las egoístas”.
Lenguaje. Otro estudio, publicado en agosto pasado en la revista Science por un grupo de la Universidad de Budapest, demostró que nuestras mascotas no sólo logran descifrar qué les decimos, sino cómo se lo decimos. Utilizando un equipo de fRMN que permite ver en tiempo real la activación de diferentes zonas de su cerebro, los etólogos húngaros mostraron cómo interpreta la mente perruna el habla humana. “Utilizan mecanismos cerebrales muy parecidos a los nuestros”, explicó el investigador Attila Andics: “Su hemisferio izquierdo se encarga de desentrañar las palabras y el derecho les permite interpretar la entonación con que fueron pronunciadas”. Entre ambos hemisferios concluyen cuál es el significado de la frase.
“Es una experiencia clave porque demuestra que, aunque no exista el lenguaje, el cerebro igual se ‘especializa’ en áreas que procesan aspectos de las palabras”, detalló Bentosela. Y agregó: “Lograron probarlo con perros porque muy pocos animales pueden hacerse una fRMN. Los investigadores tuvieron que entrenarlos durante siete meses antes de poder realizar el experimento sin estresarlos”.
Otro estudio realizado el año pasado logró observar que los perros gozan de cierta forma de memoria episódica. “Se encontró que lograban fijar en su mente ciertos episodios sin hacer un esfuerzo previo de recordación. Haber encontrado aspectos de este proceso en animales alejados del escalón evolutivo que ocupan los humanos es algo muy importante”, concluyó Bentosela.