“Cuando era chico quería ser astronauta y explorar el espacio”, recuerda el argentino Jorge Vago, jefe científico de la misión ExoMars de la Agencia Espacial Europea (ESA) que, en colaboración con la rusa Roscosmos, tiene como objetivo buscar rastros de vida actual o pasada en Marte. El próximo 19 de octubre, con la cápsula Sciaparelli, la ESA aterrizará por primera vez en el planeta rojo.
Sin abandonar su sueño, luego de recibirse de ingeniero en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires, Vago partió a Estados Unidos para convertirse en doctor en Física Planetaria. En 1992 ingresó a la ESA como investigador, y aunque no llegó a quedar seleccionado como astronauta su carrera está ligada a la exploración espacial. Desde el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial de la ESA en Holanda, Vago confiesa que “estaremos comiéndonos las uñas” durante los seis minutos que tardará todo el proceso de descenso y aterrizaje de la cápsula.
—¿En que consiste la misión ExoMars?
—La primera parte de la misión tiene dos componentes importantes: el satélite Trace Gas Orbiter (TGO), para estudiar la atmósfera de Marte, y la cápsula Schiaparelli que es la que aterrizará ahora y que tiene como carga útil una pequeña estación meteorológica. En 2020 vamos a enviar un robot con un taladro capaz de penetrar hasta dos metros bajo la superficie. Esa segunda misión nos va a llevar como en un viaje al pasado, hacia los orígenes de Marte, para buscar si hubo vida.
—¿Cómo será el aterrizaje?
—El 16 de octubre la cápsula se separará del satélite TGO. Luego, los primeros dos días ambos estarán cerca pero gradualmente se irán abriendo cada vez más. El 19 la cápsula entrará en la atmósfera de Marte mientras que el satélite pegará una vuelta de 180 grados y prenderá el motor para frenar y ser capturado en una órbita alrededor de Marte.
—¿Será en época de tormentas de polvo?
—En el año marciano, que dura como dos años terrestres, existe una época en la que hay más polvo en la atmósfera pero uno no puede elegir cuándo aterrizar. El lanzamiento se realiza cuando los planetas están en la posición más favorable, y en este caso llegaremos durante la época en la que estadísticamente hay más tormentas de polvo, por lo que tuvimos que diseñar la cápsula para que pueda aterrizar en esas condiciones.
—¿Cuánto tiempo funcionará la estación?
—La función de la cápsula es más bien una demostración tecnológica para estar seguros de todas las tecnologías que necesitaremos para aterrizar en la segunda misión. La cápsula no tiene paneles solares, ni una fuente radiactiva de alimentación, por lo que cuando se le acabe la batería se apagará. Esto dependerá de cuánta electricidad necesitemos para mantener la cápsula caliente durante la noche en Marte, donde las temperaturas llegan a 120° bajo cero. Tomará datos de las superficie por entre dos y cuatro días.
—¿Qué hará el satélite?
—El TGO recién estará en su órbita científica a fines de 2017 y hará un análisis muy detallado de la atmósfera. Lo que más nos interesa es confirmar si hay metano en Marte, porque en la Tierra el 90% del metano que hay en la atmósfera es de origen biológico. Luego saber cuánto, si cambia con el tiempo su abundancia e investigar si es de origen biológico o tiene más que ver con actividad hidrotermal. De todas maneras, en el estudio de metano y otros gases estamos hablando de un proceso que tiene lugar hoy y no hace miles de millones de años, como en la otra misión.
—¿A qué se debe el interés de NASA y ESA en Marte?
—Sabemos que las condiciones en la superficie de Marte durante los primeros 500 millones de años eran muy parecidas a las de la Tierra cuando apareció la vida. Marte es uno de los objetivos más interesantes del sistema solar para saber si hubo vida en algún otro lugar.
La antena argentina
La Estación de Seguimientos de Satélites de la ESA ubicada en Malargüe, Mendoza, forma parte de la misión ExoMars que analizará la atmósfera y la superficie marciana.
“Las estaciones Deep Space, como la de Malargüe, fueron diseñadas para este tipo de misiones y es una oportunidad para su utilización. Argentina estará involucrada por intermedio de la infraestructura instalada por la ESA en el país que cuenta con el soporte de las autoridades argentinas”, explicó el ingeniero Diego Pazos, gerente de la estación. Durante el proceso de aterrizaje de la Sciaparelli se utilizarán datos de la antena de 35 metros de diámetro de la estación desde la cual también se emitirán comandos al satélite. “Es un ejemplo de cooperación”, describió Pazos. “Participarán la agencia rusa, algunos satélites de la NASA para la transmisión de datos, antenas de la agencia india y las estaciones de la ESA de Malargüe y de Nueva Norcia, Australia.