Aprenden a leer solos antes de los cuatro años, hacen muchas preguntas sobre temas complejos y dicen que se aburren en la escuela. Sin embargo, a pesar de estas características sobresalientes, la mayoría de los chicos con alto potencial intelectual no son detectados por el sistema educativo. Según laOMS, el 2,3 % de la población tiene o supera 130 de coeficiente intelectual (CI), pero apenas el 2% es identificado como tal. “Si en el país nacen unas 730 mil personas al año, 14.600 poseen alta capacidad intelectual y 14.300 quedan sin identificar”, expresó Gabriel Vulej, ex presidente de Mensa Argentina, la asociación que reúne a personas de CI alto.
Paloma tiene nueve años, CI de 140 y hasta que fue a primer grado nadie se dio cuenta de su capacidad. “No quería ir a la escuela y una maestra nos dijo que era un poquito más inteligente que el resto. Le hicieron un psicodiagnóstico y dio que tiene superdotación”, relató Mariela Vega, su mamá, cuyo marido descubrió recién a los 37 años y a través de su hija que también era superdotado. Paloma aprendió a los 4 años a tocar el violín y ahora estudia chino.
“Cuesta un montón detectarlos y no hay una política educativa que busque identificar a los niños diferentes hacia arriba. Existe la atención al niño diferente hacia abajo, ahora nos falta integrar realmente en el aula común al niño con altas capacidades atendiendo sus necesidades”, comentó Mariela Vergara Panzeri directora del Centro para el Desarrollo del Alto Potencial. La semana pasada el tema fue eje del encuentro “El valor de la inteligencia de niños y jóvenes”, organizado por la Red Argentino-Americana para el Liderazgo, junto a Creaidea y Mensa. Precisamente, allí se debatió un plan para identificar y recuperar talentos.
Desfasaje. En los primeros años de vida son los padres y los pediatras quienes pueden detectar signos que llaman la atención como saber el abecedario o los colores con menos de dos años; demandar mucha información; contar con un interés temprano por los números o una capacidad de memoria elevada. Existen planillas con preguntas de valor estadístico que sirven para que padres, docentes y pediatras puedan suponer, de acuerdo al puntaje obtenido, si están frente a un chico superdotado. Luego de esto, sigue la identificación a cargo de un psicólogo o un psicopedagogo que realiza pruebas de inteligencia, creatividad y aspectos emocionales y sociales.
Vergara Panzeri explicó que “estos chicos están desfasados con sus pares en tres o cuatro años y eso genera que tengan necesidades educativas especiales. Hay dos formas de intervenir en el país: el enriquecimiento curricular y la aceleración”. En el enriquecimiento curricular el niño comparte con el grupo de su misma edad pero la maestra le prepara actividades más complejas para que tenga desafíos. La otra opción es más difícil y poco frecuente en el país y consiste en acelerar un año de escolaridad. “Para poder hacer eso el niño debe estar muy ajustado en lo emocional y lo social”, aclaró Vergara Panzeri y agregó que en el país hay pocas escuelas para estos casos.
“Existe el mito del chico con un alto CI que es un genio y tiene el éxito asegurado, pero no es así, y para las familias es toda una problemática”, destacó Héctor Roldán, quien descubrió a los 40 años que formaba parte de ese 2% de superdotados y hoy es uno de los fundadores de Creaidea, una asociación en la que estos chicos pueden jugar y sus padres encontrar contención. Es que no basta sólo con identificar estos niños con alto CI. Como en el caso de Bruno, de 7 años. El año pasado, sus papás descubrieron que la causa de sus distracciones en la escuela era su CI alto. “A partir de saber eso, empieza una cuestión desconocida para los padres para ver cómo ayudarlo. Los colegios son indiferentes al tema, no se ocupan o lo niegan”, concluyó Marcia Barneche, su mamá.