El año 2017 finaliza con un récord de temperatura a nivel país y ya es el más cálido desde los registros de 1961. Con un desvío respecto de la temperatura media normal de +0,66 °C, superó la marca del año 2012, en el que se había alcanzado un desvío de +0,63 °C. En la ciudad de Buenos Aires también se batió el récord histórico de calor con una temperatura media anual –al momento– de 18,7°, lo que implica 1,9° más que el promedio porteño.
Desde el Servicio Meteorológico Nacional, Ignacio López Amorín explicó que a nivel país “el verano y el invierno fueron muy cálidos mientras que el otoño y la primavera se comportaron dentro de lo normal con los meses de octubre y noviembre más fríos”. El experto agregó que “en casi todo el país se dieron anomalías positivas”.
La tendencia está en sintonía con la información de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos de Estados Unidos, que destaca que el período que va de enero a noviembre de 2017 es el tercero más cálido en 138 años, detrás de 2015 y 2016. Se espera que por la temperatura mundial terrestre y oceánica este año termine entre los tres más cálidos de la historia, y el más cálido sin la influencia del fenómeno de El Niño.
“Lo que es más importante que el ranking de un año individual es la tendencia a largo plazo del calentamiento desde fines de la década de 1970, y especialmente en este siglo”, dijo el científico principal de la Organización Mundial del Clima, Omar Baddour. “Junto con el aumento de las temperaturas, estamos viendo un clima más extremo con grandes impactos socioeconómicos”, acotó.
En aumento. Al analizar la serie histórica del país se observa que, a excepción de 1989, los nueve años más cálidos desde 1961 se dieron en este siglo, lo que hace pensar en la influencia del cambio climático.
Para Pablo Canziani, investigador principal del Conicet y miembro de la Academia Argentina de Ciencias Ambientales, tampoco hay dudas del vínculo con el cambio climático. “El calentamiento es una tendencia global que en el hemisferio sur es un poco más lento porque es más oceánico”, afirmó, y agregó que “se está dando un calentamiento acelerado luego de la primera década del siglo XXI. No es una tendencia continua sino que está modulada por el comportamiento del sistema atmosférico y de los océanos”.
Según los expertos, los efectos varían en cada región y tienen consecuencias ambientales y socioeconómicas, y más aún en un país cuya economía depende principalmente del sector agropecuario. “Hay un mayor riesgo de eventos extremos, de pérdida de glaciares en la cordillera y, por lo tanto, una desregulación de la disponibilidad de agua para las provincias cordilleranas y patagónicas”, advirtió Canziani. Es por eso que “se requiere gestionar políticas de planificación de gestión del territorio y de adaptación de los ecosistemas y de los sistemas productivos y sociales. Son cuestiones que hay que discutir desde el nivel municipal hasta el nacional”, apuntó.
Continúa el alerta naranja
El calor no da tregua. El termómetro superó ayer los 37 ºC y el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) renovó la alerta naranja para la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. El organismo indicó que “no se descartan disminuciones temporarias de la temperatura debido a fenómenos de precipitación”, y aclaró que “las temperaturas experimentarán un descenso hacia el domingo debido al pasaje de un frente frío”.
La alerta naranja se declara después de seis días consecutivos con temperaturas superiores a los 32º e implica que el calor puede tener un efecto de moderado a alto en la salud, los cuales pueden ser muy peligrosos para los grupos de riesgo; es decir, bebés y niños pequeños, mayores de 65 años y enfermos crónicos.
Para evitar un golpe de calor, desde el Ministerio de Salud de la Nación recomendaron beber agua con mayor frecuencia (aun cuando no se sienta sed), evitar bebidas con cafeína o con azúcar en exceso, muy frías o muy calientes, evitar las comidas pesadas y no realizar actividad física intensa.
En el caso de los niños, bañarlos y mojarles el cuerpo con frecuencia, evitar que se expongan al sol –especialmente en el horario del mediodía– y mantenerlos en lugares bien ventilados o con aire acondicionado. Estar atentos a síntomas como dolor de cabeza, náuseas y pérdida de conciencia.