Después de la encíclica “verde” del papa Francisco, 36 premios Nobel expresaron ayer públicamente su preocupación sobre las consecuencias del cambio climático y pidieron a los líderes de todo el mundo actuar para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. En una declaración firmada en la isla de Mainau, en el lago de Constanza (sur de Alemania), los galardonados con el máximo reconocimiento a la carrera científica recordaron que hace sesenta años, en la misma isla, se firmó una declaración análoga contra el uso de las armas nucleares, más conocida como Declaración de Mainau. “Creemos que nuestro mundo afronta hoy otra amenaza de una magnitud comparable”, advirtieron en el documento.
Según los ganadores del Nobel, el cambio climático es una realidad que pone en peligro el bienestar de la humanidad. “Generaciones sucesivas de científicos han ayudado a crear un mundo cada vez más próspero. Esta prosperidad se ha conseguido a costa de un rápido aumento del consumo de los recursos del planeta. Si no se revisa, nuestra cada vez mayor demanda de alimentos, agua y energía acabará por sobrepasar la capacidad que tiene la Tierra para satisfacer las necesidades de la humanidad, y llevará a una tragedia humana a gran escala”, afirmaron.
“Sobre la base de la evaluación del IPCC, el mundo debe avanzar rápidamente hacia una reducción de las emisiones actuales y futuras de gases de efecto invernadero para minimizar los considerables riesgos del cambio climático. Creemos que las naciones del mundo deben aprovechar la oportunidad que ofrece la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París, en diciembre de 2015, para tomar medidas decisivas para limitar las emisiones globales futuras”, añadieron.
Desde 1951, cada año otra isla del mismo lago, Lindau, reúne durante una semana a decenas de premios Nobel y de jóvenes investigadores de todo el mundo en la Lindau Nobel Laureate Meeting. Este año se celebró la 65ª edición, que alcanzó el récord de asistentes: más de 700. Entre ellos, 65 premios Nobel (tres mujeres) en medicina, física y química y más de 650 jóvenes investigadores de 88 países.
El astrónomo Brian Schmidt, Premio Nobel de Física de 2011, fue quien impulsó la Declaración de Mainau sobre Cambio Climático 2015, que se suma a los varios anuncios a nivel global que se han hecho para afrontar y minimizar las consecuencias del cambio climático. Entre ellos, el más reciente – y quizás uno de los más esperados– es la declaración de China, en la que se comprometió para 2030 a reducir sus emisiones al menos 60% en relación con sus cifras de 2005. Durante años esta nación defendió su falta de compromisos ambientales porque implicaban consecuencias para su economía.