CIENCIA
argus II, aprobado en EE.UU.

Un argentino ayudó a crear el ojo biónico para ciegos

El oftalmólogo Paulo Stanga colaboró en el desarrollo del primer dispositivo que permite recuperar parte de la visión a los pacientes con enfermedades de la retina.

Éxito. Stanga junto a uno de sus pacientes implantados.
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El hombre nuclear fue una famosa serie de televisión de los 70 en la que el protagonista recibía implantes biónicos en ambas piernas, un brazo y un ojo. De las extremidades aún no hay grandes noticias, pero hace apenas cuatro meses la agencia de control médica de los EE.UU., la Food and Drug Administration (FDA), le dio el visto bueno al primer dispositivo prostético que fue bautizado como el “ojo biónico” por ser capaz de devolver parte de la visión perdida a personas afectadas por un tipo especial de ceguera.

“Se trata de la primera prótesis aprobada en el mundo como tratamiento regular, indicado para pacientes afectados por retinosis pigmentaria en un estadio avanzado y que ya han perdido gran parte de su visión, por lo que apenas perciben algo de luz”, le detalló a PERFIL el cirujano oftalmólogo argentino Paulo Eduardo Stanga, quien coordinó los estudios clínicos y parte de los desarrollos que culminaron en el recientemente aprobado Argus II. Stanga es egresado de la UBA y desde 1997 reside en Inglaterra, donde se desempeña como profesor de Oftalmología y Regeneración de la Retina de la Universidad de Manchester y Oftalmólogo Consultor del Manchester Royal Eye Hospital.

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El cirujano aclaró que este dispositivo, inventado por la firma Second Sight, ya fue implantado y está funcionando en –hasta ahora– 63 personas, y en algunos casos ya tiene más de cinco años de seguimiento. Los datos presentados en congresos médicos, además de las experiencias personales relatadas por los pacientes, indican que está logrando muy buenos resultados, especialmente en cuanto a mejoras en la calidad de vida.

“Quienes tienen implantado el dispositivo y pasan el proceso de rehabilitación detallan que logran volver a percibir formas y patrones e identificar objetos con alto contraste. Recientemente llegamos a demostrar que el 10% de los pacientes implantados puede identificar letras del tamaño de un paquete de cigarrillos, colores y localizar caras. Y, un todavía reducido grupo, incluso consiguió volver a leer letras de gran formato”, se entusiasmó Stanga.

Función.
El Argus II es una prótesis que parece inspirada en una película futurista e incluye una minicámara de video montada sobre un armazón de anteojos. La camarita transmite información a una pequeña computadora que se acomoda en el bolsillo, cuya función es procesar las imágenes y convertirlas a señales eléctricas. Estas vuelven al marco del anteojo y desde allí se transmiten –vía radio– a una grilla de electrodos implantados sobre la retina.

El implante modula estas señales para estimular las terminales nerviosas retinales y conformar una “señal” visual que –a través del nervio óptico– llega al cerebro, donde se “forman” y perciben los patrones de manchas claras y oscuras, las letras, las caras y todo lo que capturó la cámara que se transforma en una imagen concreta y visible para el discapacitado visual.

La reciente aprobación oficial de la FDA y de las autoridades de salud europeas fue hecha con una indicación precisa: el tratamiento de un grupo de enfermedades conocidas como “enfermedades degenerativas de la retina externa”. Se trata de un conjunto de afecciones oculares de carácter degenerativo y hereditario que suele terminar con una grave disminución de la capacidad visual y –en muchos casos– llevar a la ceguera total. La retinosis pigmentaria es de origen genético y se la considera una enfermedad muy poco frecuente, ya que la prevalencia es de un caso cada 4 mil personas, aunque con variaciones entre países.

Pero, aunque ahora sea un procedimiento indicado para unos pocos casos e implique un alto costo (el valor del implante y la rehabilitación posterior puede superar los US$ 100 mil), lo cierto es que su futuro es muy promisorio. “Este mismo año tenemos planeado comenzar en Manchester los ensayos clínicos para probar si ayuda a mejorar la visión de pacientes con degeneración macular asociada a la edad, en estadio avanzado”, dijo Stanga. Esta patología no sólo es mucho más común que la retinosis pigmentaria, sino que año tras año hay un aumento de los casos, debido al constante incremento de expectativa de vida.

 

Más de dos décadas de investigación

Después de más de dos décadas de investigación y desarrollo, la prótesis de retina Argus II recibió la aprobación de la FDA y la Comunidad Europea para su uso clínico y comercial. Por ahora, esta prótesis sólo está disponible para unos pocos pacientes de Europa y EE.UU., diagnosticados con una rara afección que afecta a aproximadamente a una de cada 4 mil personas: la retinosis pigmentaria. La edad en la que la afección se manifiesta es variada, pero se la suele identificar preferentemente entre los 25 y 40 años.

En Argentina, en 2006 se fundó la FARP (Fundación Argentina de Retinosis Pigmentaria), que se ocupa de asesorar y difundir temáticas relacionadas con esta patología.

Uno de los científicos que desarrolló el nuevo dispositivo es el argentino Paulo Stanga. El experto estudió medicina en la UBA y se especializó en oftalmología trabajando ocho años en el Instituto de Ojos Dr. Nano. Se perfeccionó en el NewYork-Presbyterian University Hospital of Columbia and Cornell y luego –a partir de 1997– se radicó en Inglaterra. Hoy sigue trabajando allí tanto en el sistema de salud pública como en la práctica privada desarrollando mejoras en las técnicas del uso del láser en oftalmología y colaborando en el diseño de nuevos equipos e instrumental que permiten hacer cirugías oftalmológicas más rápidas y seguras.