El informe reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirma que la única manera de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C es con la disminución de gases de efecto invernadero que provocan las actividades humanas en todas las áreas, incluida la alimentación y la explotación del suelo.
El informe, que se presentó el jueves pasado, afirma que las dietas equilibradas basadas en alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, legumbres y cereales secundarios (maíz, avena, centeno, sorgo) y de origen animal producidos de forma sostenible –en sistemas que generan pocas emisiones de gases de efecto invernadero– “presentan mayores oportunidades de adaptación al cambio climático y de limitación de sus efectos, a la vez que contribuyen a un manejo del suelo sustentable y una mejor nutrición”.
Esta conclusión surge tras una evaluación de distintos estudios científicos de todo el mundo y consiste en el primer análisis exhaustivo del sistema Tierra-clima. “Con casi la mitad (41%) de las emisiones globales de metano causadas por el ser humano provenientes del ganado rumiante (ganado, búfalos, ovejas y cabras) y de los arrozales, los cambios en la dieta pueden reducir la presión sobre la Tierra y las emisiones”, aseguró la vicepresidenta del Grupo de Trabajo I del IPCC, Carolina Vera.
La investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera de la UBA indicó que “el informe confirma que la agricultura, la producción de alimentos y la deforestación son importantes contribuidores al cambio climático, con el 23% de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero. En el caso de Argentina, el último inventario nacional indica que ese sector contribuye con el 39%”.
Vera explicó que la producción de carne está asociada con las emisiones de dos gases de efecto invernadero, que son el metano y el óxido nitroso, que si bien son menos abundantes que el dióxido de carbono, tienen un mayor poder de calentamiento. “Las emisiones de metano se producen por fermentación entérica, es decir, los eructos de los rumiantes, mientras que las emisiones de óxido nitroso se relacionan con el estiércol de los animales”, distinguió la experta. Aunque los cerdos y los pollos no emiten metano, el estiércol que producen emana óxido nitroso.
Si bien el informe no establece el fin del consumo de carne, una reducción del mismo y del desperdicio son buenas medidas para mitigar el calentamiento global. Además el IPCC analizó ocho dietas que son saludables y contribuyen a este propósito como la vegana, la vegetariana, la flexitariana, la dieta saludable con cantidades limitadas de azúcar, carne y lácteos; una dieta frugal y baja en consumo de carne, la pescetariana que además de vegetales incluye peces y mariscos. Otras opciones son disminuir el consumo de carne de rumiantes a un 25% o elegir la dieta mediterránea rica en verduras, frutas, granos y baja en carnes.
“La instauración de un enfoque global en el que prime la sostenibilidad, unido a la adopción de medidas tempranas, es la mejor combinación para afrontar el cambio climático. Ello debería ir acompañado de un crecimiento demográfico reducido y una disminución de las desigualdades, así como de una mejor nutrición y un menor desperdicio de alimentos”, concluyó.