Shisha, narguile, cachimba o hookah. La tendencia a fumar tabaco en estas especies de pipas de agua crece en el mundo y también en Argentina, de la mano del éxito de la telenovela turca Las mil y una noches. De hecho, en barrios como San Telmo o Palermo se armaron circuitos informales de bares en los cuales se ofrece la posibilidad de fumar narguile, uno de los hábitos más asociados al mundo árabe. También a través de internet o en comercios especializados se pueden comprar los dispositivos junto a los diferentes tipos y sabores de tabaco desde $ 250.
Sin embargo, detrás del aparente ‘exotismo’ de esta moda se esconde un peligro para la salud sobre el cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene advirtiendo hace ya algunos años, y que es comparable al que generan los cigarrillos regulares; es decir, los que se venden en cualquier quiosco.
“Una sesión de narguile puede durar de 30 minutos a una hora. Eso equivale a fumar entre veinte y treinta cigarrillos. Es decir, que el daño para la salud es muy importante, no sólo porque cualquier producto que contenga tabaco es nocivo, independientemente del tipo y la cantidad, sino también porque por más apariencia de inocuidad que se le quiera dar, el tabaco en hojas tiene infinidad de químicos y tóxicos”, le explicó a PERFIL Marita Pizarro, directora de Proyectos del Area Tabaco de la Fundación Interamericana del Corazón.
Uno de los principales conceptos erróneos es que los riesgos del tabaco se reducen al mínimo ya que el humo se purifica a medida que pasa a través del agua. “Fumando narguile durante una hora se producen entre cinco y diez veces más aspiraciones de humo y toxinas en comparación con el cigarillo, con lo cual no hay nada de cierto en esa supuesta ‘purificación’ de los tóxicos que genera el agua”, aseguró Jonatan Konfino, coordinador del Programa Nacional Control de Tabaco del Ministerio de Salud de la Nación.
Para Marta Angueira, coordinadora del Programa de Control del Tabaquismo de la Ciudad de Buenos Aires, hoy se ponen al narguile todos los atributos que en el pasado se le atribuían al cigarrillo respecto a la modernidad, lo cool y lo social, razón por la cual los jóvenes lo adoptaron muy rápido. “Sin embargo, está comprobado que la shisha tiene al menos treinta cancerígenos, nicotina, monóxido de carbono, nitrosaminas e hidrocarburos aromáticos, como los fenoles, que producen todo tipo de cánceres e incrementan la posibilidad de tener enfermedades cardiovasculares y respiratorias, alergia, menopausia precoz y osteoporosis”, advirtió.
Hábito social. “No fumo tabaco normal, pero sí shisha porque me parece menos invasivo, menos nocivo y más social. De hecho, nunca la prendí solo, pero ya la experiencia de ir a comprar las cosas es novedosa porque los locales son muy especializados y los vendedores te asesoran bien”, le contó a PERFIL Christian Pierre, responsable de social media en una agencia digital, quien descubrió esta forma de fumar en uno de sus viajes. “No puedo asegurar qué nivel de nicotina o tóxicos tiene la pipa, pero creo que genera menos dependencia porque al tratarse de un ritual, no es que llegás todos los días a tu casa y la prendés. Es un fenómeno social que se acompaña de un trago, un postre o un café”, agregó.
De acuerdo con la última Encuesta Mundial de Tabaquismo en Jóvenes, realizada por la OPS en 2012, en Argentina el 6,5% de los estudiantes de entre 13 y 15 años fuma “otros tipo de tabaco”; es decir: cigarrillos armados, pipas de agua o habanos.
“Si bien no sabemos específicamente cuántos utilizan shisha, se trata de un moda que nos está invadiendo”, aseguró Pizarro y mencionó que eso ocurre pese a que el narguile está contemplado en la Ley Nacional de Control del Tabaco, razón por la cual fumar en lugares públicos y cerrados constituye una infracción. “Por eso, uno de los pasos es informar a la gente sobre los riesgos para la salud, pero también instarlos a que denuncien mediante la página web o el 0800 para que podamos hacer la derivación correspondiente”, dijo Konfino. “En la Ciudad, estamos trabajando para regular este dispositivo que es sumamente peligroso para quien lo utiliza, pero también en términos del ‘humo de segunda mano’ o humo ajeno”, concluyó Angueira.
De Turquía a Buenos Aires
El auge de la historia de amor entre Onur y Sherezade, hizo resugir el interés por la cultura árabe. Desde el rosario turco o tasbih que lleva en sus manos Don Burhan, uno de los personajes principales de la telenovela, hasta comidas típicas como el burek, una masa de hojaldre con queso. Pero sin duda lo que más se popularizó es la práctica de fumar narguile. Aunque no se conoce el país en el cual hace 600 años se originó el hábito de fumar shisha, India, China y Egipto encabezan el podio de candidatas. Al principio las pipas eran de coco, pero después fueron evolucionando hasta llegar a lo que se pueden ver hoy: lujosas piezas de cristal, oro y plata. En Medio Oriente su uso se ha extendido a adolescentes y mujeres, muchos de los cuales no fuman cigarrillo. El mayor uso de pipa de agua se da en Vietnam, Egipto, Turquía, Rusia y Ucrania.
La cultura de los bares o café de shisha también llegó a Europa, Estados Unidos y América Latina. En Buenos Aires, se armaron circuitos informañes de bares en los barrios de Palermo y San Telmo.