La depresión es hoy el trastorno mental más frecuente y una de las principales causas de discapacidad. Más de 350 millones de personas en todo el mundo padecen sus síntomas: tristeza, sensación de cansancio, pérdida de interés y falta de autoestima.
Los tratamientos más comunes combinan psicoterapia y medicamentos antidepresivos. Sin embargo, el 30% de los pacientes no responden a los fármacos, lo que se conoce como depresión resistente. Para estas personas, se presentó en la Argentina un nuevo tratamiento: la Estimulación Magnética Transcraneal (EMT). Se trata de una técnica no invasiva que emplea ondas electromagnéticas para modificar el funcionamiento de grupos de neuronas que intervienen en la depresión.
“Cuando una persona está deprimida pierde la esperanza, se siente mal sobre sí misma, no puede hacer planes a futuro y piensa que todo lo que le pasa es negativo. La parte del cerebro que está involucrada en la regulación de estos síntomas es el sistema límbico. En la depresión, esta regulación parece no funcionar o funcionar mal. La EMT estimula la actividad de las neuronas de la zona en forma externa y segura con el uso de ondas electromagnéticas”, explicó Mark George, director del Laboratorio de Estimulación Cerebral de la Universidad de Carolina del Sur, EE.UU., y uno de los pioneros en la utilización de esta técnica aprobada por la FDA en 2008.
Según el experto, quien visitó la Argentina para participar del Simposio Internacional EMT, la estimulación es totalmente indolora, ya que se aplica sin requerir contacto directo con el cerebro, no tiene efectos adversos como la somnolencia (un efecto secundario común de los psicofármacos) y no posee contraindicaciones.
“El tratamiento tiene una duración aproximada de un mes ya que se realizan veinte sesiones de 30 minutos cada una. Posteriormente, se efectúa un seguimiento mensual, una sesión por mes. Los resultados son alentadores: se logra, en promedio, 70% de recuperación en depresiones resistentes, es decir, que no responden a los fármacos”, sostuvo el psiquiatra Matías Bonanni, director del Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Clínica. La duración del efecto depende de cada paciente, aunque estudios muestran mejorías a largo plazo.
Alivio. En cada sesión la persona se sienta en un sillón y se le coloca una gorra de natación en la cabeza, en la cual se marca las zonas cerebrales a estimular. Una vez localizada, se realiza el procedimiento que consiste en el envío de ondas electromagnéticas a áreas específicas del cerebro (lóbulo prefrontal). Aunque aún se desconoce cómo funciona exactamente la EMT, se cree que cuando el campo electromagnético se pone en contacto con las neuronas logra despolarizarlas; esto es, ponerlas en acción. De esta forma, se inician una serie de modificaciones en el comportamiento habitual de determinados circuitos neuronales que logra cambios y alivio a los síntomas de la depresión.
“Tras la sesión, el paciente retorna a sus actividades laborales diarias, ya que la técnica no requiere anestesia. En general, se indica EMT junto a medicación y psicoterapia. Pero a medida que los pacientes responden bien, se les va bajando la medicación”, aseguró Bonanni, quien explicó que el tratamiento por el momento no está cubierto por obras sociales ni prepagas. “Por intermedio de la presentación de amparos, logramos que lo empiecen a cubrir”, agregó.
A pesar de que sólo está aprobado para el tratamiento de la depresión, se están realizando estudios clínicos para utilizar la EMT en otras patologías, como Parkinson, rehabilitación del ACV, dolor crónico y trastornos del lenguaje (ver recuadro). Los especialistas coinciden en señalar que con la implementación de esta técnica comenzó una nueva era en los tratamientos en el campo de la psiquiatría. “En cuanto el cerebro esté involucrado y entendamos cómo funciona podemos ahora modificarlo, para más o para menos como nunca antes en la historia se pudo hacer. Y este concepto es por si sólo revolucionario”, concluyó George.