Neil Harbisson tiene 29 años, es hijo de una catalana y un irlandés y vive en las afueras de Barcelona, donde hace poco más de un año estableció la Fundación Cyborg "para difundir las ventajas de usar la tecnología como parte del cuerpo".
Es que gracias a un dispositivo electrónico que usa sobre su frente, conectado a un chip en su nuca, Harbisson adquirió la extraña capacidad de escuchar los colores. Y en cierta forma, desafió la acromatopsia con la que nació, condición por la que sus ojos sólo pueden ver en blanco y negro.
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