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Es la primera vez que PERFIL cumple un nuevo aniversario y no gobierna el kirchnerismo. Después de 11 años, hay situaciones análogas pero también diferentes a las que se vivían entonces. Son matices no necesariamente extremos, a los que parecen ser afectos tantos argentinos.

Tras una efímera y traumática existencia en 1998, este diario vio la luz definitiva en 2005. Néstor Kirchner estaba en su cenit. Para gran parte de los medios, el entonces presidente era alto, rubio y de ojos azules. Muchos colegas muy conocidos eran máquinas de dar buenas noticias, antes de saltar la grieta para convertirse en demonizadores de todo lo que fuera K.

Junto a nuestros primos de la revista Noticias, PERFIL desarrolló desde su inicio una tarea periodística crítica, que es como se entiende nuestra función profesional. Con errores, con patinadas, pero siempre con honestidad y con aspiraciones de superación. De ser cada vez mejores.

Destapamos a los De Vido, los Báez, los Ulloa, los López, los Fernández, los Miceli, los Cristóbal... Bolsones de corrupción en el Estado con la venia de privados, como fue el caso Skanska, que eran ignorados o ninguneados por casi la totalidad del resto de los medios.

Ese silencio cuasi cómplice no fue nada al lado de las represalias kirchneristas, que se tradujeron en una inédita discriminación informativa y económica, ideada por los Kirchner y ejecutada/respaldada por funcionarios que insisten en mostrarse como adalides del diálogo y del republicanismo.
Nuestra actitud crítica no se limitaba, claro, sólo al kirchnerismo. Ello también nos hizo ganar algunos cortocircuitos con figuras políticas, empresariales, judiciales, sindicales y hasta periodísticas que gustan construir en torno a la máxima de que al amigo todo y al enemigo ni justicia. Así se profundizan las grietas y las confusiones.

Hoy, 11 años después, PERFIL sigue ejerciendo el mismo periodismo crítico. Ponemos la lupa sobre todos. No sólo contra lo que hizo el kirchnerismo o lo que hace el macrismo, en agendas duales que continúan abrazando otros. Bajo esa lógica, Mauricio Macri es la esperanza blanca o el regreso de Satán. Todo es más complejo.

Aun así, debemos reconocer cambios y avances. Siendo críticos con el Gobierno, la actual gestión no toma represalias. Podemos cuestionar y discutir, pero se respeta el ejercicio democrático del disenso y del rol de cada uno. Es más, esta edición de PERFIL cuenta con una columna del presidente de la Nación, lo que hubiera sido impensable durante el kirchnerismo, y eso no nos mueve un milímetro en nuestras posturas de indagar sobre el oficialismo, como es evidente cada fin de semana.

Semejante actitud no es un triunfo de PERFIL, sino de la democracia argentina, pese a todas sus contradicciones, inequidades y cuestiones pendientes. Aun desde la crítica, también puede haber buenas noticias.