Boca perdió 1 a 1 con Banfield. Parece raro decir que si el partido terminó con ese resultado Boca
haya perdido, pero los dos puntos que cedió ayer Estudiantes –que le lleva tres–, la
chance que tiene River –que si gana esta tarde alcanzará cuatro puntos de diferencia sobre
Boca–, y teniendo en cuenta que los únicos candidatos que parecen quedar todavía en la pelea
son justamente estos tres equipos, lo de anoche en la Bombonera para el equipo de Carlos Ischia
tuvo un sabor bastante amargo.
La sospecha se instaló desde los primeros minutos del partido respecto a lo que Boca podía
hacer con tantos remiendos como los que exhibía. Y Banfield, aun desde su modestia, con dos o tres
jugadores inteligentes y la disciplina táctica que tienen normalmente los equipos más modestos,
achicando los espacios en su terreno y saliendo de contragolpe, con Patiño y Cvitanich, lo complicó
en más de una ocasión. Hasta que se puso en ventaja con una buena jugada de ese delantero que tiene
Banfield, que es el mejor en solitario que hay en el fútbol argentino. En el mano a mano, Cvitanich
le ganó a Alvaro González para gestar el gol que anotó Civelli. En el segundo tiempo, frente a
Cáceres, en una jugada muy parecida, también ganó, y se produjo un penal que Laverni, por esas
cosas que tienen los árbitros, decidió ignorar olímpicamente y que pudo determinar que aunque Boca
no lo mereciera, aunque no fuera un acto de justicia, quedase dos goles abajo frente al equipo del
Sur.
En el segundo tiempo, Boca introdujo cambios. Hubo buena exhibición de los recursos de
Gracián, y a favor de lo que hizo el volante y de la manera en que Banfield dio el paso atrás,
consiguió dominar las acciones y merecer el empate, sobre todo hasta el momento de conseguirlo.
Cuando se produjo el cabezazo de Palermo, que se ratificó una vez más como un gigante en ese
aspecto del juego, pareció que Boca se iba a quedar con el partido. Quedaba más de media hora por
jugar, no obstante esta idea generalizada de todo el estadio que se puso de pie en la noche
gratísima de la Bombonera levantando los brazos desnudos a la brisa tan agradable que cruzaba hacia
el Riachuelo, pese a esa opinión de cada persona que estaba en la Bombonera o viendo el partido por
televisión, Boca no fue capaz de consumar lo que el sentido común decía que ahora tenía al alcance
de la mano.
Y Banfield, de una manera que nadie sospechaba, dio un paso al frente. Quizás algún cambio
que realizó –la entrada de Maximiliano Laso–, le permitió refrescar a un equipo que
consiguió ir veinte metros más adelante y salir del atolladero en el que Boca, con los pasos de
Gracián, las incursiones de Cristian Chávez y las arremetidas de Neri Cardozo y Jesús Dátolo,
llevaba sobre el arco defendido por Cristian Lucchetti. El partido se hizo más parejo y terminó con
un trámite en el cual Boca no pudo sacar una ventaja, ya no en el resultado, sino en lo
futbolístico.
Es peligroso para Boca este empate con sabor a derrota; valioso para Banfield, que por lo
menos se va asentando poco a poco después de lo traumático que resulta todo cambio de director
técnico; prometedor para River, que tiene esta tarde la oportunidad no solamente de pasar a
Estudiantes, que se de-sangra en la Copa Libertadores, sino también la de distanciarse cuatro
puntos de Boca, y a esta altura del campeonato sería una separación interesante entre los sueños de
River y la desconfianza de Boca.
Hay que esperar a la tarde, por supuesto. ¿Jugará River contra un equipo que todavía mantiene
la pasta de campeón que adquirió recientemente o enfrentará al muy desgastado que no encuentra la
posibilidad de hacer pie, sobre todo en el campeonato local? También dependerá de Lanús lo que
River consiga esta tarde, pero el premio para la gente de Diego Simeone se decidió anoche en la
Bombonera. Es el mejor desde hace mucho tiempo, todo el que ha transcurrido desde que ni siquiera
es líder de un campeonato..