El diputado nacional por el Frente Renovador Sergio Massa insistió en estos días en la necesidad de disminuir el peso tributario sobre los trabajadores. “Es importante que haya suba del mínimo no imponible y actualización en la escala de Ganancias, porque esto significaría que el trabajador no pierda contra la DGI lo que consigue en la paritaria”.
En la misma dirección se pronunciaron varios dirigentes de la CGT opositora y la CTA, e incluso el diputado por el FpV Facundo Moyano presentó una iniciativa que incluye una actualización del 405 en los montos de deducciones que pueden realizar los trabajadores sobre esa contribución y una actualización automática de los mínimos no imponibles.
Incluso el paro sectorial contra el gobierno nacional planteado para el 10 de abril tiene entre sus fundamentos una nueva suba del mínimo no imponible por sobre el ya exorbitante umbral existente.
Pues bien, los salarios realmente existentes son lo que son, y se muestran desagregados por deciles de ingreso en un cuadro de reciente difusión, elaborado por el Indec sobre la base de datos de la Encuesta Permanente de Hogares correspondiente al cuarto trimestre de 2013, última información oficial disponible.
Podemos concluir que los trabajadores formales e informales luego de una década donde la tasa de ganancia empresarial no paró de crecer registran una media (promedio) de $ 4.997.
La mediana –el valor que divide en dos partes iguales la escala: el 50% de los casos se ubican por encima y el otro 50% se encuentra por debajo– para los hombres es de $ 5.000 y para las damas $ 3.600.
El 20% que más gana toma el 42,3% del total de la masa salarial, mientras el 20% de la base toma el 4%, una estructura muy asimétrica pero la menos dispersa de la serie 2003-2013.
Aun en el 10% de la cima de trabajadores mejor remunerados correspondientes al universo formal el promedio salarial alcanza apenas los $ 13 mil mensuales.
El reclamo por subir hoy el piso del mínimo no imponible que, recordemos, el Gobierno ya alzó a fines de 2013 a $ 15 mil mensuales, supone demandar por una exención impositiva a favor del 1,7% de trabajadores formales de la cima de la pirámide salarial.
Una pretensión sectaria por donde se la mire, travestida de masividad por el despliegue que brinda el sistema de medios opositores.
De satisfacerse esta demanda tan selectiva en su capacidad representativa, como ya lo hizo el Gobierno en el año 2013 (por una mala lectura de la coyuntura electoral), desfinanciará al Estado nacional en una etapa de restricciones severas y reforzamiento de su rol de proveedor de servicios al conjunto de la población, especialmente a los sectores más postergados a través de políticas de transferencias de ingreso vía diversos planes sociales y de empleo.
*Director de Consultora Equis.