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compañeros

A solas

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

La palabra “compañero” registra empleos diversos. Esto puede llegar a desconcertar a las personas que tienen al peronismo en el centro de sus vidas y de sus corazones, es decir a los antiperonistas; pero lo cierto es que la del peronismo no es la única modulación del término. En la Facultad de Filosofía y Letras, por ejemplo, que es donde estudié y trabajo, es común su utilización, la usan los estudiantes para referirse a otros estudiantes, la usan los docentes para referirse a otros docentes. Recuerdo que, hace unos años, ganó el centro de estudiantes una agrupación llamada Compañeros de Base (ajena al peronismo). Recuerdo también que David Viñas (alguien ajeno al peronismo) solía referirse a las clases como “reuniones de trabajo” y englobar bajo una misma denominación, la de “compañeros”, tanto a quien dictaba esas clases como a quienes las tomábamos.

Me gusta la palabra compañero, me gusta todo su campo semántico: compañía, compañerismo, acompañar, acompañarse. Me extraña mucho, y diré también que me consterna, que sea precisamente la Facultad de Filosofía y Letras uno de los lugares en los que, en la actualidad, se atenta de manera concreta contra el compañerismo y la existencia misma de compañeros. Por razones que desconozco, hay varios cursos de posgrado (de hecho, la gran mayoría) que se dictan bajo condiciones de aislamiento social, esas que hace tres años impuso penosamente la pandemia, cuando era poco lo que se sabía sobre el coronavirus, sobre su poder de contagio y sobre las maneras de prevenirlo, y lejos estábamos todavía de contar con vacunas.

Ya en el año 2023, ¿por qué seguir cursando a solas, separado cada cual de los demás, mirando (en el mejor de los casos) pequeñas caras en un monitor, sin compartir un mismo espacio, sin fluidez para la interacción, sin la energía que pueden aportar la presencia y el estar con otros? Espero que no sea para aumentar el número de inscriptos en esos cursos, que son rentados, ya que la universidad pública es justamente la que no tiene que supeditar la excelencia académica a variables del mercado. Espero que no sea para facilitar el acceso a las cursadas, porque si esa facilitación comporta un déficit en la calidad de la enseñanza y el aprendizaje, ni la institución ni los estudiantes deberían prestarse a hacerlo. Si es porque hay quienes prefieren (gustos son gustos) el encierro, la inmovilidad y el evitar el contacto con otros, ya existía (para el grado) la alternativa de tomar cursos por correspondencia o clases particulares o de estudiar cada cual por su cuenta y luego rendir en condición de libre; será cuestión de resolver la inasistencia (en el posgrado) sin por eso perjudicar a quienes quieren estudiar y formarse en un aula, con compañeros y en contacto con sus docentes.

Lo llamativo del caso es que buena parte de esos mismos cursos abundan en las temáticas del cuerpo, en las formas del “vivir juntos”, en la noción de “comunidad”, en los tópicos de la alteridad y de la vinculación con los otros, cosas todas que se repiten ya no se sabe bien para qué.