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Abrázame, literatura

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Después de muchas tratativas conseguí al fin la nueva novela de Umberto Eco, Numero zero, recién aparecida en Italia. Cinco años después de El cementerio de Praga. La historia de Numero zero está ambientada en Milán en 1992, durante Tangentopoli, las investigaciones sobre una extensa red de corrupción entre los principales grupos políticos y empresariales de la época. En medio de ese caos político, un especulador crea un diario diseñado para difundir calumnias sobre los enemigos y chantajear a los poderosos. En este marco Eco reconstruye, a través de las aventuras de los protagonistas de la novela, los eventos más podridos y las intrigas más irritantes de la historia reciente de Italia. Lo cierto es que cuando la novela de Eco llegó a mis manos yo estaba leyendo Abrázame, oscuridad, de Dennis Lehane y, como hubiera hecho cualquier mortal, la dejé de lado para devorar a Eco. Pero, como les suele ocurrir a los mortales lectores, mientras leía las primeras páginas de Eco no dejaba de pensar en las tribulaciones de los personajes de la novela de Lehane. En realidad, debo reconocer que desde hace una semana estoy más preocupado por desentrañar los asesinatos brutales cometidos en Dorchester, un barrio obrero de Boston, que lo que ocurrió con el fiscal Nisman, lo que les ocurre a mis propios vecinos e incluso lo que me ocurre a mí mismo. En cierto sentido, la literatura tiene un lado siniestro, y es precisamente ése. Un lector prototipo es también un ser deshumanizado, ajeno a lo que pasa a su alrededor, alienado, un poco estúpido y bastante autista. Cuando no estoy leyendo la novela de Lehane –porque tengo que trabajar, o ahora mismo, porque tengo que escribir una columna– me gustaría tener a alguien al lado que me la leyera en voz alta. Tal es el grado de adicción, tal es la voluntad de permanecer aislado del mundo hasta que la novela termine.

Es algo que los lectores conocen, sobre todo los lectores de novelas policiales, pero esto es demasiado. Demasiado. Abrázame, oscuridad es la segunda de una serie de seis novelas protagonizadas por los detectives Patrick Kenzie y Angie Gennaro, una pareja que no es tal, que levanta tanta tensión sexual que recuerda un poco a los protagonistas de Los expedientes secretos X, Fox Mulder y Dana Scully. Pero entre Patrick y Angie hay más entendimiento, y ambos son un ejemplo de incorrección: Patrick opina de los negros cosas inaceptables, y Angie, casada desde hace 12 años, cada tanto recibe una paliza propinada por Phil, su marido. Pero no es sólo la incorrección, sino el misterio. Es una rara mezcla de novela negra y de misterio en el sentido más tradicional. Y aunque detesto el misterio, no puedo hacer otra cosa que leer. Todo el resto queda para después. Pero ya falta poco. Cuando termine la novela voy a volver a convertirme en un ser humano. Mientras tanto, soy sólo un lector.