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Abuelas, gracias

Hablar del dolor siempre es incómodo pero purificador. Ver representada en una historia de vida que transcurre durante los aberrantes días de la feroz dictadura que sufrimos los argentinos es, a veces, mucho más aleccionador que cualquier tratado sobre el terrorismo de Estado

Claudiovillarruel150
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Hablar del dolor siempre es incómodo pero purificador. Ver representada en una historia de vida que transcurre durante los aberrantes días de la feroz dictadura que sufrimos los argentinos es, a veces, mucho más aleccionador que cualquier tratado sobre el terrorismo de Estado. Ver como a Tatiana, una niña de apenas cuatro años, le arrancan a sus padres de su vida, hoy desaparecidos, es la síntesis más potente de cómo un Estado monopolizador de la fuerza puede instalar el horror en una sociedad a la cual debería proteger. Tatiana y todos los nietos apropiados simbolizan la orfandad de una sociedad desgarrada. Por eso hoy, después de 30 años de lucha, las Abuelas han recuperado 88 esperanzas que nos obligan a pensar qué sociedad, qué Estado, qué país, deseamos construir.
Por otro lado, que sigan existiendo otros 400 nietos privados aún de conocer su identidad nos habla de cuánto trabajo queda por hacer.
Seguramente los que vean el capítulo de mañana sentirán una extraña sensación, mezcla de bronca y esperanza. La pregunta urgente es ¿cuánta maldad podemos soportar los argentinos? ¿Cómo nos hemos podido habituar a la idea de que en nuestro país los niños hayan sido parte de un botín? Ninguna mente sana puede conceptualizar esa atrocidad. Por eso, más que un programa de televisión quisimos rendir homenaje a esas mujeres que se rebelaron contra un poder omnipresente, mientras algunos sectores de nuestra sociedad les daban la espalda. Las Abuelas son un espejo que nos devuelve como argentinos una de las miradas más nobles y, paradójicamente, son el reverso, la contracara y la consecuencia de uno de los momentos más oscuros de nuestra historia. Frente a la adversidad, el dolor, el miedo, lograron desde el amor sobreponerse, luchando por la verdad, la justicia, la identidad y un país mejor para todos.
Es un orgullo para nosotros tener el privilegio de contar sus historias. Con la convicción de que pueda concientizar a las nuevas generaciones, esos jóvenes tan criticados por esos grandes que les han dejado como herencia la carga de tantos errores.
Cuando trabajábamos sobre el proyecto siempre tuvimos como Norte la esperanza de que esos chicos puedan levantar el guante de nuestra historia y nos puedan trazar un rumbo distinto hacia el futuro.
Este trabajo fue realizado con el hermoso esfuerzo de toda la gente de Telefe, a quienes la pasión y el orgullo los ubicó en un compromiso donde el músculo que más trabajó fue el corazón. Si a través de este trabajo se lograra, como sucedió con Montecristo, la recuperación del próximo nieto, podremos decir que el objetivo va siendo cumplido.
Estamos felices. Ojalá que esto sirva para expandir los márgenes de la lógica televisiva y que otros se puedan sumar en esta travesía.
Producir Televisión por la identidad es para nosotros un punto de inflexión profesional y personal que, como comunicadores sociales, le da más sentido a nuestro trabajo.
Gracias Abuelas y nietos.