Fue un momento casi mágico que ocurrió cuando el empresario Hugo Sigman describía qué fabricarán en la flamante planta de US$ 40 millones que estaba inaugurando con el Presidente el jueves en Escobar. “Los anticuerpos monoclonales (o monoclonal antibodies, mab, en inglés) son un tipo especial de proteínas”, dijo, “que tienen como función dirigirse a un blanco específico para inhibirlo, porque ese blanco es responsable de una enfermedad a la cual tratamos de controlar”.
El titular del Grupo Insud se refería a proteínas como el rituximab o el bevacizumab, dos moléculas que se usan en oncología y oftalmología y que le abrieron a su empresa la posibilidad de competir con gigantes internacionales en el universo de las “copias” de los medicamentos biológicos, los biosimilares, que mueven en el mundo más de US$ 1.000 millones cada uno. Pero si bien hablaba de ciencia, vanguardia médica y costos del sistema de salud, la explicación de qué es un anticuerpo monoclonal, un mab, hizo flashear la metáfora política, porque calza justo para describir cómo está viendo el mundo empresario a Alberto Fernández, una especie de albertomab que se adosa al kirchnerismo y consigue inhibir toda resistencia mientras avanza con medidas que de otra forma te la regalo.
La desindexación de las jubilaciones con ajuste para los que ganan desde $ 18 mil es el caso más notorio de cómo funciona esta proteína en el Frente de Todos. La menor suba de retenciones para petroleras y mineras en la ley de emergencia apostando a que generen dólares genuinos, obra del albertomab. La decisión de clavar aumentos con sumas fijas y no porcentajes, más el pedido de que haya “paritarias cortas” sin que los gremios hablen de recuperar la caída del salario de los últimos dos años, otro resultado del albertomab. Doble indemnización sin prórroga y, atención, aviso de que se discutirán cambios laborales en cada convenio a lo Macri, como si nada por la dosis justa de albertomab.
“No es ni más ni menos que la virtud de siempre del peronismo, tendrías que hablar del peronismomab”, se prende con la comparación un empresario del palo farmacéutico, que la amplía al justicialismo, el gran habilitador de los cambios que muchas veces pide el mercado pero que termina gestionando el presunto cuco del establishment. Nunca dirán que quieren ir al déficit cero porque suena a De la Rúa o Dujovne, pero sí que hay que ir al equilibrio fiscal (que es lo mismo) porque así era en tiempos de Néstor. No se cobra un recargo del 30% al acceso a los US$ 200 que compra alguno que quiera refugiarse de la licuación del peso, se crea un “impuesto solidario”, PAIS. No hay reforma previsional con ajuste fiscal, hay redistribución de los ingresos en la pirámide de jubilados. Cuando llegue, no subirán las tarifas, habrá descongelamiento segmentado para el que pueda pagar más. Que el Fondo Monetario Internacional te elogie y haya buena onda con su titular no es de cipayos que se enamoran de Christine Lagarde porque nos daba “el mayor respaldo de la historia”, es de negociadores tan duros que ahora Kristalina Georgieva “nos dio la razón”, algo que también pasa “por primera vez en la historia”. Peronismomab o albertomab en acción.
Igual, más allá de las chicanas sobre lo que se dice que se está haciendo para avanzar con lo que realmente se está haciendo, hay que decir que siempre hace falta un relato que permita bancar la gestión, pero en definitiva todo será cuestión de si el tratamiento con albertomab, peronismomab o lo que fuere es exitoso o no. Si se alejan definitivamente los escenarios de crisis, si empieza a repuntar el consumo sobre todo de alimentos porque la cosa camina, si se sortea el quilombo de la deuda de manera más o menos decorosa para que no vuelvan los bandazos del dólar con todo lo que eso implica, el albertomab podrá cumplir su objetivo último: inhibir el kirchnerismo más delirante y volverlo parte de una versión nuestra del Frente Amplio uruguayo, que se meta sin humo ni giladas con los desafíos grosos que no atendemos porque lo urgente siempre es el precio de la leche, la yerba o la cuota de la prepaga. Porque un día habrá que pensar inversiones públicas y privadas en áreas estratégicas, en que los pibes una vez comidos empiecen a mejorar los resultados en la escuela para guiarlos por carreras que tengan que ver con los empleos que vienen. Un día habrá que hablar del futuro.
Aliados. Mientras tanto, el lenguaje farmacéutico para hablar de estos dos meses y medio de gestión de Fernández tal vez no sea una ocurrencia fortuita del que la limó con los anticuerpos monoclonales. Quizás sirva para poner énfasis en que estamos ante un gobierno que, ante la falta de caja, muestra como principal financiador de los paliativos sociales a la industria de los medicamentos, un sector tan relevante para el bolsillo de la población como pesado a la hora de deberle favores.
La semana que viene vence el acuerdo de baja de 8% en los precios de todos los remedios que le ofrendaron como gesto al Presidente tras un año de aumentarlos casi 100% en 2019. Ahora en marzo termina el último convenio vigente por la cobertura del PAMI, que además está preparando la anunciada lista de 170 principios activos gratis para 5 millones de jubilados que a razón de cinco productos por cabeza mueven una fortuna. Y también se acaba de relanzar el plan Remediar, con cincuenta productos esenciales sin costo para 15 millones de personas.
A este ritmo no se sabe si es un gobierno o una cadena de farmacias. Así que confiemos en que se pagarán los mejores precios posibles. Crucemos los dedos para que los médicos receten solo lo necesario y no busquen millas para congresos en la Polinesia. Pidamos que haya controles sobre lo que fluye de las droguerías. Recemos para que todos los productos sean útiles y no haya más fármacos como los que circularon diez años para la artrosis bancados por la obra social de los jubilados a pesar de que aumentaban los riesgos de los pacientes, como reveló PERFIL. Porque la caja de la salud siempre esconde sorpresas, con todos los gobiernos: el 31 de marzo, con la resolución 363/2020, la actual directora del PAMI, Luana Volnovich, dio de baja un contrato de consultoría de la gestión anterior por $ 42 millones con la firma Hermes Management Consulting porque los servicios “no eran pertinentes” e implicaban “considerables gastos innecesarios”.