El escenario macroeconómico actual cada vez se parece más al del final de la convertibilidad: déficit fiscal y externo con un tipo de cambio oficial sobrevaluado, que presiona para correcciones en varios frentes. Hacia el final de la convertibilidad, los déficits se cubrían acumulando deuda, privatizando el remanente de empresas públicas (YPF), con recesión que bajaba importaciones y descapitalizando al Banco Central. Cuando ya no se pudo encontrar otras fuentes de financiamiento, el círculo vicioso se cortó.
En estos últimos años, Argentina vuelve a registrar déficit fiscal y externo con atraso cambiario, pero ahora con mercados de cambio paralelos, alta emisión monetaria y menor acceso a financiamiento externo. Para financiar estos dislates, primero se quemaron reservas acumuladas en los primeros años de la post-convertibilidad, luego se aplicó “cepo cambiario” a las compras de divisas y control de importaciones (frenadas por recesión). Más recientemente, se recurre a préstamos tipo swap (especialmente con China) y se endeuda las pocas empresas públicas que pueden hacerlo (como YPF). Para ello, los prestamistas reciben prebendas plasmados en acuerdos poco transparentes y vinculados a la explotación de recursos naturales estratégicos y privilegios para las importaciones.
Con estas medidas, y teniendo en cuenta la colocación de deuda reciente del gobierno nacional, YPF, CABA y la provincia de Buenos Aires, se estima que en el primer semestre de este año ingresaron al país cerca de 12 mil millones de dólares. Sólo un porcentaje menor de esa cifra corresponde a inversión extranjera directa (derivada en gran medida de las licitaciones para el 4G en telecomunicaciones). Esto sólo sirve para financiar un poco más los desbalances macroeconómicos,
Mientras tanto, la balanza comercial sigue cayendo y se sigue financiando el “dólar ahorro” y el “dólar turista”, que subsidian la compra de divisas de los grupos de más ingresos. La elevación de las tasas de interés y las operatorias con bonos que pretenden frenar la corrida hacia el dólar paralelo abren espacio para todo tipo de maniobra especulativa en un escenario inflacionario agarrado con alfileres. La regulación de un mercado paralelo que se tilda de poco importante, es el centro de la política económica y de la atención de los especuladores.
Como en el pasado, los dólares que Argentina no logra traer mediante la venta de su producción en los mercados internacionales, se compensan demandando menos importaciones y pidiendo plata prestada. Al mismo tiempo, sus socios comerciales devalúan en contextos recesivos y los precios de las commodities exportadas por el país caen. Con ello, no puede esperarse que aumente el valor de las exportaciones sino más bien aumentarán las necesidades de financiamiento. En este contexto, todo lo que se propone es pedir más plata prestada, ampliando swaps e intentando emitir nueva deuda, mientras el fantasma del juez Griesa amenaza con más trabas y se acerca el vencimiento del Boden 2015 (uno de los títulos preferidos para la dolarización de cartera vía arbitraje entre pesos y dólares).
Todos saben que si continúa el drenaje por el dólar ahorro y turista, lo poco que queda del swap chino será insuficiente para financiar las salidas y el círculo vicioso cada vez está más cerca de cortarse. La pregunta que todos quieren responder es ¿cómo y cuándo se sale de esta trampa creada por la política económica? Mientras los especuladores hacen apuestas, los principales protagonistas de la campaña electoral hablan de otra cosa, como a finales de la convertibilidad.
*Director académico, Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp).