COLUMNISTAS

Algunos catálogos

Comparto con Luis Chitarroni el gusto por los catálogos. Quiero decir, los de libros, por supuesto (aunque los de jardinería, artículos electrónicos y ropa interior, que vienen habitualmente en los diarios del domingo, tienen secretos puntos en común con los catálogos de más de una editorial).

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Comparto con Luis Chitarroni el gusto por los catálogos. Quiero decir, los de libros, por supuesto (aunque los de jardinería, artículos electrónicos y ropa interior, que vienen habitualmente en los diarios del domingo, tienen secretos puntos en común con los catálogos de más de una editorial). Es más, alguna vez Chitarroni me regaló uno de los catálogos más preciados de mi colección (¿o se lo habré robado yo, en algún momento suyo de descuido, en su vieja oficina de la vieja Editorial Sudamericana?). Es el de Christian Bourgois 1966-1986, un libro de 300 páginas en el que la editorial francesa relata sus primeros 20 años de vida. Mi favorita es la foto en la que Christian Bourgois –siempre con su look de dandy– y Dominique Bourgois –levemente insinuante– están sentados uno a cada lado de un William Burroughs con cara de asesino serial a punto de desenfundar (a la inversa, la foto de Copi es una de sus menos afortunadas).
La estrella del catálogo son los fragmentos de la correspondencia entre algunos autores y el editor. Hay varias de Gombrowicz, pero reparo en una, en un pasaje de una carta fechada el 7 de enero de 1968: “Adjunto le envío el contrato, firmado. Naturalmente estoy de acuerdo con sus modificaciones. Salvo el párrafo d) del artículo 3, que concierne a la transmisión por televisión y ‘la difusión en cualquier procedimiento audiovisual’. Firmo el contrato pese a eso, pero quisiera decirle, en vista de posibles colaboraciones en el futuro, que por principio no cedo a ningún editor los derechos de filmación y de televisión”. Todo ocurre como si Gombrowicz hubiera tenido conciencia de lo que estaba por pasar en unos meses, a partir de mayo del ’68: el triunfo universal de la sociedad del espectáculo.
Pues bien, este largo rodeo no era más que una introducción para mencionar la aparición de otro bellísimo catálogo, esta vez en castellano: Tusquets editores.1969-2009. Un catálogo editorial es una máquina de información (libros, autores, colección, año de edición, número de ISBN) pero también, y sobre todo, es un autohomenaje en el que una empresa nos informa sobre su estilo de gestión, sus hitos, la imagen que quiere proyectar, su biografía intelectual.
En cada uno de esos aspectos, las 430 páginas del festejo por los cuarenta años de Tusquets están muy logradas. En primer lugar el catálogo opera, obviamente, en el registro de lo esperable: está la ficha técnica de cada libro, hay fotos de muchos de los autores, tapas de libros, fotos de eventos sociales (me gusta una de Julio Ramón Ribeyro, flaquísimo como de costumbre, cigarrillo y vaso de whisky en la mano, en la presentación de Los geniecillos dominicales, novela que recientemente se acaba de reeditar, pero en otra editorial: RM Verlag. A veces editoriales como Tusquets inexplicablemente también dejan de publicar a grandes autores).
Pero, en segundo lugar, el catálogo incluye un aspecto muy original, que yo no había visto antes en ningún otro: una breve selección de “Carteles y materiales de promoción”. Tomar el marketing y a la publicidad como parte del mensaje editorial no es una decisión menor, mucho más viniendo de una editorial independiente, aun de las más grandes y consolidadas económicamente. Porque además, si algo sorprende es que el catálogo no da ninguna explicación. Simplemente, luego del capítulo llamado “Cubiertas”, aparece la portadilla con la leyenda ya mencionada (“Carteles…”) seguida de diez páginas de todo tipo de piezas de comunicación. Entre el afiche de un Woody Allen pensativo (ganador del premio Príncipe de Asturias 2002) y el folleto de una novela de Murakami (un gato verdoso) se juegan casi treinta publicidades en las que se entrecruzan –en una tensión siempre irresuelta– el mercado con la literatura, el libro con la escritura.