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Alias y apodos

¿De dónde nos viene esta afición por oficializar los alias y los apodos? Algunos son del ambiente deportivo, otros del ambiente político.

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¿De dónde nos viene esta afición por oficializar los alias y los apodos? Algunos son del ambiente deportivo, otros del ambiente político. En el box están La Mole Moli, Mano de Piedra Durán, la Tigresa Acuña; en fútbol la Gata Fernández, el Burrito Ortega, Vitamina Sánchez, Pastilla Ordoñez, el Pibe Valderrama, el Kun Agüero, Pupi Zanetti, Poroto Cubero, la Brujita Verón, el Cholo Simeone, Lavandina Bergessio, el Cuchu Cambiasso; en el ambiente artístico el Indio Solari, la Tota Santillán, el Puma Rodríguez; y en la política están esos que encabezaron boletas en la última elección como Tito Nenna y Pino Solanas. El tiempo pasa, nos vamos poniendo tecno, decía Luca Prodan, pero ahora nos vamos volviendo Titanes en el ring o 100% lucha. La prensa siempre inventó buenos alias: el petizo orejudo, la envenenadora de Montserrat, el remisero epiléptico, el patovica descuartizador, el loco de la ruta, el chino pirómano, todos personajes de las páginas policiales. Los apodos vienen del ingenio popular, algunos son apodos que una persona arrastra desde la infancia, otros se le pegan desde que lo bautiza así algún periodista deportivo, otros son nombres artísticos, en general describen alguna cualidad del apodado, o resumen algo que hicieron, o son irónicos, como cuando le decían el Mudo a Gardel, o son alias delictivos, como los casos del Gordo Valor y la Garza Sosa. Me pregunto de dónde le vendrá lo de “fino” al ex comisario Jorge “el Fino” Palacios, recientemente designado por Mauricio Macri como jefe de la Policía porteña. Aparentemente Macri le tiene confianza al fino Palacios porque su intervención habría sido clave para que lo liberaran cuando fue secuestrado en 1991 por la llamada “banda de los comisarios”. Tiempo después Macri lo puso a cargo de la seguridad en Boca Juniors y ahora lo pone a cargo de la Policía Metropolitana, aunque se lo vincule –siempre indirectamente, siempre en forma oblicua y fina– con el encubrimiento de la causa de la AMIA, y el secuestro de Axel Blumberg, y la represión del 19 y 20 de diciembre en Plaza de Mayo, donde murieron cinco personas.