COLUMNISTAS
BANFIELD Y RACING: DE LA FINAL DE EVITA AL DUELO KIRCHNER-DUHALDE

Argentina año verde

Antes de centrarnos en el desigual choque entre el mucho más que sólido equipo de Falcioni y este destartalado colectivo ideado por Caruso Lombardi que ha heredado el pobre Vivas, hagamos un poco de historia, muchachos.

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“Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca”

De “Romancero sonámbulo” (1924), Federico García Lorca (1898-1936)

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Verde puede ser la esperanza, el fervor de la naturaleza, el semáforo que nos da paso, la envidia del otro, un chiste berreta, un inmaduro en acción, un viejo baboso o el año imposible que en los años sesenta describía el humorista Aldo Camarotta en su programa de televisión: una Argentina ideal donde todo era respeto, organización y armonía. Verde es la cara de Shrek, la furia de Hulk, el paño de las mesas de juego y el color de aquel club inglés fundado en 1896 para honrar la memoria del primer gerente del Ferrocarril Sur, Edward Banfield, que hoy frente a Racing intentará saldar una vieja cuenta pendiente con el poder, esta vez del otro lado del mostrador con su presidente desde 1998, Carlos Portell, muy de la mano de Julio Grondona, y con Eduardo Duhalde en la platea, tan sonriente y de nuevo en el alto fragote político.

¿Pero cómo es eso, Asch? ¿Decís que Banfield es el que está más cerca del poder mientras Racing tiene como hincha a Néstor Kirchner? Respuesta: sí. Suena raro, pero es así nomás. Los dirigentes académicos son demasiado naïf para la trenza, todavía. No existen. Y si repasamos cómo les ha ido en estos últimos años a Racing y a su colega de malaria, Gimnasia y Esgrima La Plata, el club de Cristina, podemos llegar a la conclusión de que, al menos hasta ahora, la poderosa caja del matrimonio presidencial nunca los ha bendecido a fuerza de chequera como a otros simpáticos amigos suyos. ¡Ni siquiera les trajeron suerte! Glup.

Antes de centrarnos en el desigual choque entre el mucho más que sólido equipo de Falcioni y este destartalado colectivo ideado por Caruso Lombardi que ha heredado el pobre Vivas, hagamos un poco de historia, muchachos.

1951. El imparable Racing del ministro Cereijo –señalado por muchos como “el equipo del régimen”– había llegado a la última fecha del torneo igualado en puntos con el Banfield del pelado Mouriño y Evita, que estaba empeñada en consagrar campeón al más humilde. Racing cerraba con Lanús y Banfield con Independiente. ¡Justo! A nadie le extrañó que ambos recibieran con gusto cinco goles del enemigo de su enemigo y obligaran a un desempate mano a mano. La final terminó 0 a 0 y como en aquella época había tiempo de sobra y el recurso de los penales hubiese sido rechazado por indigno y banal, decidieron jugar otro partido en San Lorenzo. El Atómico Boyé, con un zapatazo, lo definió a los 46. Listo. 1 a 0. Racing tricampeón. Evita furiosa. Banfield campeón moral y virgen de títulos hasta hoy, para burla de sus odiados rivales granates.

Hace 58 años que en el sur esperan vengar aquella final perdida y todo indica que se darán el gusto en este torneo. Equipo les sobra. Ocupado Estudiantes en su duelo universal contra el Barcelona, algo deprimido Vélez y todavía en formación Newell’s, Banfield es el mejor, lejos. Tiene un arquero confiable, dos centrales como muros, la manija de Erviti, la sutileza de James y dos delanteros que la meten mientras los demás dejan el alma en cada pelota. Papelito Fernández es rápido y vertical pero la estrella es Silva, que si hubiese jugado siempre así sería el 9 del Madrid. Falcioni es un muy buen técnico que arrastra una discutible fama de defensivo por armar sus equipos de atrás hacia adelante y no moverse de su 4-4-2 clásico, calibrado como un reloj. En su esquema todos muerden, corren, se ofrecen, se sacrifican, aportan. No estaría nada mal copiarle la fórmula y aplicarla como una novedad política en el país, ¿no?

El club de Duhalde es la sorpresa del año. Nadie esperaba su insólita resurrección, pero con paciencia y reciclando algunos veteranos del oficio con ganas de recuperar el terreno perdido, supo aprovechar la indecisión y el pésimo momento de los demás candidatos que, por una razón u otra, se fueron desinflando sin dar nunca la talla. Y acá está. Soñando con dar el batacazo, decidido a tomarse una dulce revancha personal después de tanto tiempo. ¡Milagro argentino!

El club de Kirchner tiene como objetivo salvar el pellejo cuando todo termine. No será tarea sencilla: el año que viene tendrá que pelear el título para no rodar por las escaleras. El clima interno no es muy bueno. Hay dirigentes denunciados ante la Justicia por mala administración y nadie sabe cómo explicar las listas con refuerzos que jamás salieron a la cancha. ¡Santo testimonio, Batman! Sus partidarios, sin embargo, mantienen la fe y sólo piensan en ganar, como antes. Quién sabe.

¿Qué puede pasar hoy? Banfield está más de dos goles por encima de este Racing y debería ganar fácil. Mmm… Es este dato lo que me hace dudar. En estos casos –más en el país de los números locos y las encuestas truchas–, no siempre dos más dos suman cuatro, compatriotas. Veremos cómo andan de la cabeza los soldaditos de Falcioni.

Recuerden: sólo en la Argentina Año Verde gana el mejor y todos son felices cazando perdices. No acá.