A muchos políticos les encanta ver fantasmas y algunos disfrutan crearlos. Más en medio de una campaña electoral definitoria. Hace tiempo que Massa ve operaciones negativas en PERFIL, y volvió a explicitarlo en TN cuando este diario, a través de perfil.com, adelantó que De Narváez se bajará de la carrera bonaerense. Lo mismo le pasa a Macri cuando lee aquí, como el domingo pasado, una investigación sobre los crecientes negocios de su amigo Caputo. O a Scioli, cuando mostramos sus pliegues.
Massa exacerba su paranoia porque ve cómo se escurren sus chances presidenciales. Lo marcan las encuestas y, sobre todo, la fuga sin pausa de dirigentes, que buscan otros soles para mantenerse en el poder.
El ejemplo reciente más resonante es De Narváez. Renuncia a la candidatura porque no le dan los números, los de los sondeos y tampoco los financieros, ante una casi segura derrota que lo erigiría en otro Filmus, pero de la oposición. ¿Será cierto que planeó la agresión al dueño de una web platense para disimular o justificar que se baja? Algún colaborador hizo deslizar esa versión.
Los próximos en la lista de bajas son Eseverri (Olavarría) y Katopodis (San Martín, que volvería al FpV), miembros “fundadores” claves del Frente Renovador. Cuando se lo dijeron, por separado, Massa les pidió “una semana más”. Igual que a todos.
Deprimido, su principal sostén es Malena Galmarini, la esposa, ahora que incluso los empresarios (ex) amigos le retacean fondos y hasta el préstamo de aviones. Sin candidatos potables en la Provincia donde parecía que arrasaría, Graciela Caamaño de Barrionuevo sueña con ser elegida. No piensa que le puede pasar lo mismo que a Guillermo Nielsen.
El tigrense quema las naves a través de desesperadas negociaciones con el PRO y el kirchnerismo. En reserva, son contados los que admiten esos contactos. Y creen que lo que juega a favor de ellos y en contra del FR es que el paso de las horas empeora a Massa. También él lo sabe.